La recomendación general para la época cuaresmal es que durante sus días debiéramos dedicarnos a la meditación, al recogimiento espiritual y a la construcción de propósitos de enmienda para evitar todo lo que esté alejado de los valores éticos, morales y religiosos. Considero imposible rebatir tan buenas y edificantes intenciones, pero ni tonto que fuera, podría estimar que todo el mundo lo ponga en práctica honestamente, mucho menos de aquellos políticos que en el ejercicio del poder se han empeñado en hacer añicos los principios de una honesta y sana administración para beneficio del bien común.
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Le pido disculpas al estimado lector si me atrevo a formularle algunas preguntas que considero obligatorio hacer para expresar de mejor manera mis ideas: ¿cree usted que está bien que el actual gobierno lleve gastados más de 35 mil millones de quetzales sin llenar los requisitos de licitación pública?; ¿considera beneficioso para el país que el Congreso de la República lleve 123 días sin legislar?; ¿será justo, equitativo y saludable que a los servicios de salud se le sigan negando a la población por la incapacidad de funcionarios y empleados para ejecutar los planes básicos de cualquier administración?; ¿se encuentra satisfecho por las acciones tomadas por nuestras fuerzas de seguridad para evitar la infinidad de delitos que se cometen a diario, como también por la pronta y efectiva aplicación de la justicia en nuestro país?
Si sus respuestas son negativas ¿No es una clara señal de que algo malo ha venido ocurriendo o mal funcionando con aquellos políticos que ofrecieron mucho durante su campaña electoral, pero que a la hora de medir resultados para nada han sido satisfactorios, más aun cuando tanto se esperaba de ellos? Y digo tanto, sin que en realidad lo sea, porque cumplir con la ley, sujetarse a los procedimientos establecidos o hacer las cosas transparentemente no es cosa del otro mundo y si lo fuera, ¿por qué no diferenciarse de lo malo que ellos mismos señalaron a sus antecesores?
El propósito de enmienda es algo fundamental para la evaluación del buen o mal actuar de un político, porque como seres humanos que somos es natural que cometan errores a pesar de tener las mejores intenciones. Pero, ¿por qué la insistencia, hasta llegar a la terquedad, para lograr incrementar considerablemente la impaciencia y el hastío de los electores, en vez de cambiar todo aquello que no haya sido transparente o generador de confianza y credibilidad popular?
De ahí se origina la ambición porque estando a tiempo todavía de cambiar, los políticos tuvieran la lucidez e inteligencia necesaria para enmendar todo aquello que los haya ido acercando al sentimiento popular de rechazo, del cansancio y hasta del hastío hoy latente en la mayoría de los guatemaltecos. No es para menos. No aparece por ninguna parte el combate ofrecido a la impunidad, a la corrupción, al derroche y a la ineficiencia.