Ofensiva de Maduro genera incertidumbre


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Hasta para los estándares volatilidad a los que se han acostumbrado los venezolanos, los últimos días han sido difíciles. La escasez de alimentos de la canasta básica como la harina y el aceite vegetal ha aumentado en todo el país.

Por JOSHUA GOODMAN CARACAS /Agencia AP

El valor de la moneda venezolana se está hundiendo en un mercado negro cada vez es más próspero y la inflación, que de hecho es una de las más altas del mundo, se ha acelerado.

En medio de tanta incertidumbre, el presidente Nicolás Maduro ha decidido tomar medidas radicales; autodestructivas para algunos. En los últimos días ordenó a los militares tomarse las tiendas de venta de electrodomésticos para, según él, reducir sus precios, lo que ha generado largas y eternas filas de gente en busca de las últimas gangas.

Estas medidas populistas parecen diseñadas a ayudar al partido político oficialista a ganar las elecciones a la alcaldía del próximo mes; su primera prueba electoral desde que el mandatario derrotó por un estrecho margen al líder opositor Henrique Capriles en abril pasado, lo que generó una solicitud de reconteo y protestas.

Pero aunque las medidas son aparentemente muy populares entre los votantes, Maduro corre el riesgo de canibalizar una economía ya deteriorada, al disminuir el precio de productos y afectar los precios de otros bienes.

Algunos analistas ahora se preguntan si la revolución socialista del Presidente Hugo Chávez ha llegado a un punto de no retorno, pues la poca inversión privada que había en el país se ha ido esfumando y si Maduro no le queda más remedio que finalmente adoptar un modelo estatista.

«Es una estrategia de muy alto riesgo», dijo el sociólogo David Smilde, que fue profesor las últimas dos décadas en Venezuela y ahora es investigador principal de un centro de pensamiento llamado la ‘Oficina de Washington para América Latina’. «Si esta semana fueron las tiendas de electrodomésticos, la próxima el sector automotriz, y así durante las cuatro semanas que restan para las elecciones, se podría hacer mucho daño a la economía».

Es difícil exagerar sobre la sombría situación que el gobierno y el país enfrentan.

Aunque Venezuela tiene una de las más grandes reservas de petróleo del mundo, este nación de 30 millones de habitantes padece de todo tipo escasez: desde energía eléctrica, pasando por repuestos de automóviles hasta equipos médicos.

Casi el 73 por ciento de los venezolanos se muestran pesimistas con respecto al futuro del país, 20 puntos más que cuando Maduro fue elegido, de acuerdo con una encuesta realizada el mes pasado por la firma venezolana Datanálisis, publicada en la prensa local. Un 67 por ciento de los encuestados cree que la situación política del país es inestable.

Maduro ha respondido apareciendo todos los días en la televisión para anunciar la expropiación de compañías a las que él acusa de ser cómplices de librar una «guerra económica» en el país.

Esta o en las próximas semanas se espera que la Asamblea Nacional apruebe un proyecto de ley que le conceda poderes especiales para que pueda gobernar por decreto, lo que le daría autoridad para seguir con su ofensiva.

Recientemente, no obstante, Maduro había estado tratando de atraer inversión extranjera al país.

El gobierno relajó las normas para inversión en la industria petrolera, fuente del 95 por ciento de los ingresos provenientes de la exportación, y extendió una alfombra roja para que la gigante de alimentos suiza, Nestlé, abriera una nueva fábrica. Al tiempo que evita devaluar el bolívar venezolano por los costos políticos que conlleva imponiendo otra tasa fija, el gobierno de Maduro ha dado más dólares a los productores locales asfixiados por no poder acceder a las divisas oficiales.

Ahora, dicen analistas, Maduro hundió por su cuenta el intento de hacer una política moderada, asumiendo el riesgo de seguir con las confiscaciones y el control de precios que podría empujar a las compañías de sectores críticos como el farmacéutico o el de alimentos a suspender su producción.

«El primer riesgo es que el miedo se masifica», dijo Luis Vicente León, de la encuestadora Datanálisis con sede en Caracas.

El resultado podría ser aún peor para Maduro: sus candidatos podrían ser derrotados en elecciones del ocho de diciembre, lo que fortalecería los intentos de la oposición para forzar su salida de la presidencia.

León cree que la estrategia electoral de reducir los precios de electrodomésticos y simultáneamente culpar a comerciantes poco queridos por los consumidores del alza de precios le ha funcionado a Maduro por el momento; lo que le ofrece una convincente narrativa política de que por primera está gobernando y a está cargo de la situación.

La pregunta es cuánto tiempo más va a seguir capitalizando estos dividendos políticos. Presuntas conspiraciones en su contra, expresadas por Maduro en el pasado, como ser víctima de un complot para asesinarlo llevado a cabo por la oposición o la existencia de un plan secreto de un golpe de estado con los apagones de energía no hicieron mucho eco entre los votantes.

Entre tanto, la economía sigue empeorando día a día. Como resultado de las medidas de emergencia tomadas la semana pasada, el precio del dólar se disparó a 60 bolívares por dólar en el mercado negro, diez veces la tasa oficial, mientras que el riesgo del rendimiento de los bonos del país aumentó a su máximo en casi dos años.

«Sabemos que esto es pan para hoy y hambre para mañana, pero por lo que se ve si no compramos ahora después no se va a poder, lo más seguro que haya nada que comprar y mucho menos nadie que venda», dijo Maritza Bermejo, una ama de casa de 21 años. «Pensábamos comprar una nevera en diciembre, cuando a mi esposo le paguen los aguinaldos (prima de fin de año), pero por lo que veo no va quedar nada de aquí a allá. Veo muy difícil que alguien quiera invertir, importar. Estamos viviendo una anarquía».

Otra preocupación es la violencia. Todavía está grabada en la memoria de la mayoría de los venezolanos los disturbios callejeros de 1989, conocidos como el ‘Caracazo’, provocados por una crisis económica anterior.

Aunque las fuerzas de seguridad y los colectivos armados que Maduro llamó para controlar las largas colas han controlado las filas, se han reportado casos aislados de saqueos en varias ciudades lo que ha llevado a Maduro a retroceder en su llamado a los venezolanos a «vaciar los anaqueles» de los almacenes.

Por ahora, Maduro tiene en su manga uno de sus más importantes activos: la aparente lealtad de las Fuerzas Armadas que durante décadas han sido el árbitro de conflictos políticos. Maduro se ha salido del guion en su cortejo a los militares, ampliando considerablemente su rol en el gobierno y ofreciéndoles un aumento salarial superior a la inflación.

Si sus candidatos triunfan en las elecciones a la alcaldía el camino se podría allanar para que el mandatario devalúe el bolívar a principios del próximo año y tome decisiones económicas difíciles que ha evitado por no tener el capital político y el carisma de Chávez, su mentor.

Sin embargo, nada de lo sucedido la semana pasada sugiere que vaya a haber un cambiar de rumbo, si sus políticas radicales lo llevan a ganar las elecciones, dijo la historiadora Inés Quintero.

«Es que Chávez tenía más musculatura de Maduro y nunca cambió», dijo. «La política de polarización siempre se agota. No puedes continuar en el poder dando lo mismo que no funciona».

Un 67 por ciento de los encuestados cree que la situación política del país es inestable.

El resultado podría ser aún peor para Maduro: sus candidatos podrían ser derrotados en elecciones del ocho de diciembre, lo que fortalecería los intentos de la oposición para forzar su salida de la presidencia.