Ofensiva afgana pondrá a prueba a Obama


Ghulam Mohammad Mangal (D) y el representante de la OTAN en Afganistán Mark Sedwil. AFP PHOTO / Shah Marai

La ofensiva contra uno de los principales bastiones talibanes en el sur de Afganistán, anunciada desde hace dí­as, será el primer test importante de la estrategia del presidente norteamericano Barack Obama, cuyo objetivo es terminar rápidamente la guerra y confiar el paí­s a las autoridades afganas.


La operación «Mushtarak» -«Juntos» en dari, uno de los idiomas oficiales de Afganistán- apunta a recuperar el control de Marjah, en la provincia de Helmand, una de las principales regiones productoras de opio y por ende importante fuente de ingresos para los insurgentes.

«Las operaciones de combate para el asalto de Marjah han comenzado» dijo el teniente James Baker del primer batallón del tercer regimiento de Marines, aclarando que se trataba de la última fase de preparativos.

En Toor Ghar, a unos 5 km de Marjah, los marines procedí­an al allanamiento de viviendas en busca de bombas artesanales.

Después de desalojar a los talibanes, la zona debe pasar bajo control afgano, según el plan que Estados Unidos, principal financiador y proveedor de soldados, quiere aplicar en todo el paí­s con el fin de retirar las tropas lo más rápidamente posible.

Obama prometió la retirada de Afganistán para mediados del 2011.

La batalla de Marjah, una llanura agrí­cola en el valle del rí­o Helmand, será un laboratorio para probar la estrategia contra-insurreccional del general norteamericano Stanley McChrystal, comandante de las fuerzas de Estados Unidos y de la OTAN presentes en Afganistán, cuyo objetivo es «ganar el corazón y el espí­ritu» de los afganos, estimaron los analistas.

Esa estrategia se combina con la del presidente afgano Hamid Karzai, aprobada por la comunidad internacional, que consiste en reintegrar a los talibanes a la vida civil ofreciéndoles dinero y trabajo,

La ofensiva «apunta a exhibir el poder del gobierno, a mostrarle a los talibanes que no pueden ponerse a resguardo en ninguna parte y que no hay otra solución que la reconciliación», indicó a la AFP el politólogo afgano Ahmad Saedi.

Los talibanes anunciaron que darán batalla en Marjah.

Sin embargo, algunos analistas señalaron que en el pasado los insurgentes nunca resistieron de frente, prefiriendo replegarse a las montañas para proseguir con sus acciones guerrilleras, que en los últimos años le han permitido extender el conflicto a casi todo el paí­s y causar importantes bajas a las fuerzas extranjeras.

«Los talibanes quieren combatir pero no lo harán frontalmente porque saben que sufrirán pérdidas importantes», señaló Waheed Mujda, un ex funcionario del gobierno talibán entre 1996 y 2001.

«Van a hostigar a las fuerzas internacionales que van a perder soldados en la explosión de bombas artesanales», la principal arma de los talibanes con los atentados suicidas, dijo Mujda.

Después de reconquistar Marjah, las fuerzas afganas e internacionales tendrán que mantener el control del territorio y restablecer las autoridades civiles y militares, estimaron otros expertos que consideran que la polí­tica de reconciliación es ineludible.

«Habrá que coordinar los esfuerzos militares y los esfuerzos de negociación», advirtió Norine MacDonald, del grupo de expertos International Council on Security and Development, con sede en Londres.

«Si se expulsa a los insurgentes pero luego no se controla el territorio, la ofensiva es inútil», reconoció el general canadiense Eric Tremblay, portavoz de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) de la OTAN.