Oda al futbol


Todo empezó en un lejano siglo, cuyo número no deseo acordarme, en que los ingleses, en una de tantas invasiones, observaron a dos nativos jugar con una especie de pelota de hule, intentando encajarla en un pequeño marco de piedra. Los jugadores, a lo Hunahpu e Ixbalanque, eran muy hábiles, y podí­an jugar con las manos, la cabeza, la rodilla, la cadera…

Mario Cordero
mcordero@lahora.com.gt

Los ingleses, más listos, dijeron que ellos habí­an inventado el futbol cuando vieron que éste tuvo éxito, sobre todo en los Mundiales. Sin embargo, los ingleses le hicieron la variante de que, como todo lo hacen a patadas, establecieron que no podí­a jugarse con las manos.

Y así­, a lo largo de la historia, los equipos han encontrado diferentes formas de jugar, según la parte del cuerpo con que lo hací­an.

De esa forma, los riñones se convirtieron en los primeros ganadores de los Mundiales, es decir, lo jugadores que jugaban con entrega, como la «Garra Charrúa» o la «Forza Azurra». Pero todo acabó cuando los médicos de Uruguay e Italia diagnosticaron que era imposible ofrecer tantas diálisis a los jugadores, por lo que recomendaron ya no hacerlo así­. El «Maracanazo» se convirtió en el último triunfo del riñón.

De esa cuenta, Pelé enseñó que la mejor forma de jugar es con el corazón. Tres mundiales no le fueron suficientes para demostrarlo. De esa cuenta, los canarinha le imprimieron alegrí­a al futbol. Pero, el problema residí­a en que, una simple desilusión amorosa dejaba lesionado al corazón, y los jugadores, como Ronaldinho, veí­an bajar seriamente sus fichajes cuando se encontraban con el corazón hecho trizas.

Los alemanes, más frí­os y lejanos a todo sentimentalismo, encargaron a Franz Beckenbauer una nueva forma de juego. í‰l explicó, en alemán, por supuesto, que la mejor forma era hacerlo con la cabeza. ¡Y vieran el éxito que tuvo! Entonces, el campo de juegos se convirtió, en realidad, en un tablero de ajedrez, o en una mesa de billar, al menos, y los jardineros de los estadios empezaron a esforzarse en la gramilla, hasta hacerles algunos diseños llamativos.

Pero la cabeza de la frialdad alemana fallaba en ciertos momentos. Por ejemplo, a la hora de los penales. ¡Cómo se dificultaba ejecutarlos con la cabeza! Normalmente, como Rudi Ví¶eller, tomaban envió desde medio campo, y dos metros antes del punto penal, se lanzaban de cabeza a fin de que dispararan con fuerza el balón; pero fallaban muchas veces. Por eso, a los equipos les dio por cerrarse en sus defensas y esperar el alargue a los tiros desde los once metros.

Otros jugadores han mostrado una mejor forma de jugar, como con el hí­gado, según Hristo Stoichkov, o con la mano, como Maradona. Lamentablemente, los ingleses sufrieron un gol con la í­dem de Dios, y se esforzaron por llevar el caso ante la ONU, ya que las reglas del imperio, impuestas por ellos hace siglos, no podí­an ser quebrantadas por un mestizo latinoamericano.

Hoy dí­a, se sabe que los mejores jugadores de futbol, no son los que juegan con los riñones, ni con el corazón, ni con los genitales; no, sino los que juegan con los pies, como Cristiano Ronaldo (después de la Eurocopa, introdúzcase, en el lugar de este último, al que fuera nombrado como el mejor jugador del torneo).