El presidente estadounidense, Barack Obama, terminó hoy su primera visita a China tras un encuentro con el primer ministro Wen Jiabao y un paseo por la Gran Muralla y emprendió en Corea del Sur la última etapa de una semana de gira por Asia.
Obama, acompañado de la secretaria de Estado Hillary Clinton, de los secretarios de Comercio Gary Locke, y de Energía, Steven Chu, se entrevistó con el jefe del gobierno chino en la residencia de huéspedes oficiales de Diaoyutai, en Pekín, donde almorzaron juntos antes de que el mandatario norteamericano partiese a la Gran Muralla.
Aunque no se anunció el contenido de la reunión, los dos responsables debían abordar cuestiones comerciales y el programa nuclear norcoreano, un mes después de que el líder de este país, Kim Jong-Il, informase a Wen de su predisposición a volver a la mesa de negociación a condición de tener contactos bilaterales previos con Estados Unidos.
Al recibir a su invitado, Wen se felicitó de esta visita destinada a reforzar la cooperación y la confianza y destacó la superioridad «del diálogo sobre la confrontación, de la asociación sobre la rivalidad».
«El presidente Hu y yo hemos acordado profundizar la asociación estratégica» y ampliarla a una serie de temas mundiales «para los cuales la cooperación chino-estadounidense es crucial», respondió Barack Obama.
Obama visitó una parte de la Gran Muralla en Badaling, uno de los lugares cercanos a Pekín más frecuentados por los turistas de todo el mundo.
«Es un recuerdo de la historia antigua del pueblo chino», comentó desde lo alto de esa muralla, erigida para contener a eventuales invasores «bárbaros».
Las entrevistas oficiales del presidente norteamericano, que el martes se reunió con su homólogo chino Hu Jintao, dieron pocos acuerdos concretos y ningún paso adelante aparente en los litigios entre ambos países, como los contenciosos comerciales o la infravaloración del yuan.
Al parecer, el presidente Obama optó por un enfoque pragmático, mostrándose muy prudente sobre temas altamente controvertidos como las tensiones comerciales, Irán y Tíbet, comentaron los analistas de IHS Global Insight en una nota, agregando que «Obama y Hu se mantuvieron poco claros en cuanto a los resultados de sus conversaciones».
Obama indicó haber hablado de derechos fundamentales con su homólogo; en Shanghai, el mandatario estadounidense se pronunció por la libertad de internet, pero el comunicado común con Hu apenas dio cuenta «de diferencias sobre la cuestión de los Derechos Humanos».
Sobre Irán, el presidente norteamericano usó un firme, pero Hu Jintao siguió defendiendo «el diálogo» con la República Islámica, sospechada por los países occidentales de desarrollar un programa nuclear con fines militares.
En el ámbito comercial, ambos estadistas se limitaron a repetir su oposición a toda forma de proteccionismo, tras varios meses de tensiones desde que Washington impusiera aranceles a los neumáticos chinos, «un proteccionismo abusivo» según Pekín.
En cuanto a la infravaloración del yuan, que favorece las exportaciones chinas y es objeto de grandes fricciones bilaterales, Obama recordó simplemente «declaraciones pasadas de China» favorables a un «sistema de cambios más orientado al mercado, a largo plazo».
Sus asesores destacan que el presidente norteamericano intenta construir una relación sólida a largo plazo ahora que, en palabras de Obama, los vínculos entre la primera y la tercera potencias económicas mundiales «nunca fueron tan importantes para el futuro colectivo».
Obama llegó el miércoles por la noche a Corea del Sur, donde el jueves tiene previsto reunirse con su homólogo Lee Myung-Bak. La crisis nuclear con Corea del Norte y las relaciones comerciales con este aliado cercano prometen monopolizar el encuentro.
El presidente estadounidense, Barack Obama, tendió la mano a la gran potencia china y se comprometió a estrechar la cooperación con Pekín durante una visita oficial concebida como una operación de relaciones públicas, que benefició principalmente a China.
Aunque los grandes temas internacionales, como el clima, la crisis económica, los diferendos comerciales, el yuan o el programa nuclear iraní figuraban en el menú de la visita, que terminó el miércoles, lo esencial era reforzar los vínculos entre Washington y Pekín.
«Para nosotros, (esta visita) alcanzó totalmente los objetivos que nos habíamos fijado», declaró Jeffrey Bader, consejero de Obama para Asuntos Asiáticos.
Y sin embargo no se anunció ningún acuerdo importante, y el comunicado conjunto mostró que sobre la mitad de los temas evocados Estados Unidos y China siguen en desacuerdo, en momentos en que, según Obama, «las relaciones chino-norteamericanas no fueron nunca tan importantes para el futuro del planeta».
El presidente de la primera potencia mundial halagó de entrada a China, considerándola la otra nueva superpontencia, y se mostró conciliante con los temas que Pekín estima no negociables: Taiwán, con el reconocimiento de la «política de una sola china», y el Tíbet, «parte integrante del territorio chino».
Pero, a cambio, no obtuvo ningún gesto de Pekín, o al menos no en público.
«China está ahora en posición de fuerza: obtuvo concesiones norteamericanas sin modificar ni un milímetro sus posiciones. Es un éxito», estima Jean-Pierre Cabestan, de la Hong Kong Baptist University.
Por ejemplo, Pekín no hizo la menor concesión sobre el yuan, cuya tasa de cambio es considerada anormalmente baja por Estados Unidos, y ello en momentos en que el director general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, que se encontraba en Pekín al mismo tiempo que Obama, instaba a una reevaluación de la moneda china, acusada de favorecer indebidamente las exportaciones del país.
Respecto al programa nuclear iraní, Hu Jintao recordó que China prefiere la negociación, cuando Obama amenaza a Teherán de «consecuencias» en caso de bloqueo.
«Â¿Obtuvo en privado el acuerdo de China para (un endurecimiento de la postura) hacia Irán? Lo ignoramos», dijo Cabestan, recordando que Rusia, también reticente a la aplicación de nuevas sanciones, levantó recientemente el tono al respecto y que China corre el riesgo de encontrarse aislada en su posición.
Afganistán es otro tema sobre el cual Obama esperaba un compromiso de China, en momentos en que estudia el envío de refuerzos, pero también en este caso China no se comprometió a nada.
En cuanto al Tíbet, Obama osó reclamar la reanudación del diálogo -hasta ahora totalmente estéril- entre el Dalai Lama y el gobierno chino, pero Hu no se molestó en responderle.
Respecto al medio ambiente, el compromiso chino-norteamericano en favor de un «éxito de Copenhague» no le cuesta nada a China, como tampoco a Estados Unidos.
Lo nuevo es el tono de Obama en China, que contrasta con el de sus predecesores en la Casa Blanca.
«Adoptó un tono conciliante y respetuoso para hablar de los temas de desacuerdo», señala a la AFP Liu Qing, del Instituto chino de Estudios Internacionales.
Un cambio de tono que señalaba también el miércoles Ma Xialin, experto en relaciones internacionales. No obstante seguirá «habiendo no pocas divergencias entre los dos gigantes en el plano ideológico», advirtió Ma en el China Business News.
El gobierno chino pareció hacer una concesión al autorizar a Obama, después de complicadas negociaciones, a dialogar con estudiantes de Shanghai, pero la conversación estuvo sumamente enmarcada.
Y en la conferencia de prensa de los dos mandatarios, ninguno de los 400 periodistas presentes fue autorizado a hacer preguntas. Algo muy diferente de las costumbres en la Casa Blanca.
El presidente estadounidense, Barack Obama, decepcionó a muchos disidentes durante su visita a China, a pesar de que habló de derechos humanos, primero en Shanghai y luego en Pekín.
«En un comienzo tenía muchas esperanzas, a la vez en cuanto a los tema de derechos humanos, de Tíbet o de Xinjiang», explicó a la AFP Woeser, una escritora tibetana que vive en Pekín y una de las voces más críticas sobre la presencia china en Tíbet.
«Pero el presidente Obama no hizo más que rozar esas cuestiones, sin insistir. E incluso si las abordó, le faltó fuerza, por eso estoy decepcionada», agregó.
Aunque Obama habló de «derechos universales» en Shanghai, durante un encuentro con estudiantes, y en una declaración a la prensa en Pekín junto al presidente Hu Jintao, para muchos la cuenta no cuadra.
«Numerosos chinos, en particular los jóvenes, desean una sociedad más abierta y más justa y ésto necesita el apoyo de los dirigentes extranjeros», estimó el artista contestatario Ai Weiwei.
Para éste último, el presidente estadounidense debe ser consciente que la falta de respeto a la ley y a los derechos humanos, el no respeto por Pekín de la libertad de expresión constituyen una «amenaza» no sólo para la estabilidad del país sino también para la del mundo.
«Si no es consciente, su visita es un fracaso y no vi éxito en este terreno por el momento», explicó a unas horas de la partida de Obama de China.
«Estoy de acuerdo con ciertos comentarios, según los cuales hizo un gran show al estilo de Hollywood. Si no hace otros esfuerzos, los chinos quedarán decepcionados de esos valores universales y también de Estados Unidos», prosiguió.
Las autoridades chinas fueron fieles a la tradición y, para la visita del presidente estadounidense, del domingo al miércoles, la vigilancia de los disidentes y los peticionarios -esos provincianos que llegan a Pekín para denunciar las injusticias- fue reforzada. Incluso algunos fueron detenidos.
«Me encuentro asignada a residencia y no me interesé mucho en esta visita», explicó en un correo electrónico Zeng Jinyan, esposa del disidente encarcelado Hu Jia.
Contactada por la AFP por teléfono poco antes, debió cortar la comunicación debido a la presencia de la policía.
La escritora tibetana Woeser vio policías abajo de su inmueble en la capital.
Ai Weiwei lamentó que Obama no haya reaccionado a estas acciones de acoso.
«Usted llega a China y muchas personas son detenidas debido a su visita, por lo que no puede evitar el tema. Usted no puede decir hablaré el año próximo o en dos años, durante este tiempo hay gente que es encarcelada», dijo.
El abogado Li Fangping, que también vio limitada su libertad de circulación y debió utilizar un vehículo de la policía para desplazarse, se mostró menos crítico respecto a Obama.
«Por supuesto esperaba más, pero ésto está relacionado con la situación económica», subrayó en una conversación telefónica.
Antes de su visita, algunos observadores u organizaciones habían manifestado el temor que Obama dejase de lado el tema de los derechos humanos en beneficio de los grandes temas como el calentamiento climático o la lucha contra la crisis económica.
«En Shanghai y en Pekín habló de valores universales, se puede ver como una manera de hacer avanzar las cosas», consideró sin embargo Li Fangping, conocido por defender casos sensibles.
También algunos observadores hicieron notar que el régimen chino no había liberado a ningún disidente con motivo de esta visita, como lo había hecho en gesto de buena voluntad, con motivo de las primeras visitas de precedentes presidentes estadounidenses.