El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, llamó hoy al Congreso a que 2014 se convierta por fin en el año en que se apruebe una reforma migratoria que, sostuvo una vez más, es buena para la economía del país.
«Consigamos este año aprobar una reforma migratoria», apeló Obama ante la sesión conjunta del Congreso en su discurso sobre el estado de la nación, la alocución anual en la que los presidentes estadounidenses establecen sus principios de políticos y de acción para los próximos 12 meses.
En un discurso muy centrado en la economía y en lo que el país necesita -y el Congreso debe hacer- para acelerar la recuperación, Obama insistió en que la reforma migratoria se debe contemplar en este contexto.
«Si hablamos en serio sobre el crecimiento económico, es hora de responder al llamamiento de nuestros líderes empresariales, líderes laborales, líderes espirituales y de cumplimiento del orden público y arreglar nuestro sistema de inmigración, que no funciona», aseguró Obama, quien recordó que se ha calculado que la reforma migratoria reducirá el déficit del país en casi un billón de dólares en las próximas dos décadas.
Aunque la reforma migratoria es una promesa legislativa de Obama que ha chocado hasta ahora con la negativa de la Cámara de Representantes, en manos de la oposición republicana, a asumir el tema de forma integral, el mandatario mantuvo hoy un tono relativamente suave al respecto, y apenas dedicó unos segundos a la cuestión.
Ello se debe a las expectativas creadas por los propios republicanos, que han prometido que esta misma semana darán a conocer unos «principios de inmigración» que serán el primer paso hacia la discusión de una ley migratoria, aunque sea más parcializada que la que ya aprobó el Senado.
Según fuentes oficiales, la intención de Obama en su discurso de hoy era «presionar» sobre el tema pero dejando suficiente espacio de maniobra a la oposición para que no se sienta demasiado arrinconada ante una materia que sigue provocando un fuerte rechazo entre el sector más conservador del Partido Republicano, y todo ello en un año de elecciones parlamentarias donde el tema puede ser usado en contra de las posiciones más moderadas.
De hecho, en su tradicional réplica al discurso presidencial, la congresista republicana Cathy McMorris Rodgers, encargada este año de la respuesta de la oposición al mandatario, subrayó la intención de su partido de no dejarse presionar en la materia y de marcar su propio ritmo en las negociaciones.
«Es hora de honrar nuestra historia de inmigración legal», dijo McMorris Rodgers.
Según confirmó, el Partido Republicano pretende trabajar en la Cámara de Representantes que domina en una «solución paso a paso» -en vez de un paquete integral como el ya aprobado en el Senado- y que priorice la seguridad fronteriza y la concesión de visados a los más capacitados del mundo.
La congresista republicana no hizo por el contrario mención alguna a lo que se considera podría ser la mayor traba de las negociaciones: la demanda de la Casa Blanca de que cualquier propuesta migratoria incluya una vía a la ciudadanía para los 11,7 millones de indocumentados en el país, algo a lo que se oponen los conservadores, que abogan por una mera propuesta para legalizar su estatus.
Así lo entendieron también algunas de las principales voces del movimiento migratorio en el país.
«No esperábamos mucho del discurso en materia de reforma migratoria y el presidente cumplió nuestras expectativas. Pero lo comprendemos. En el loco mundo de Washington, cuanto más diga sobre reforma migratoria, más probable es que los republicanos se resistan a ella», dijo el director de America’s Voice, Frank Sharry, para quien «la pelota está en el campo republicano».
También el director del National Immigration Forum, Ali Noorani, quiso ver lo positivo del breve mensaje de Obama, y de la réplica republicana, al calificarlos de «señal alentadora» para este año.
«Las palabras de Obama, unidas a las de McMorris Rodgers, resaltan esta oportunidad excepcional para que avance este trabajo bipartidista», consideró.
No todos los activistas se dieron sin embargo por satisfechos. Algunos, como el National Immigration Law Center, lamentaron que el «año de la acción» de Obama en materia económica, con órdenes ejecutivas en este campo, no se extienda a la batalla migratoria.
«Obama tiene la responsabilidad moral (…) de impedir la deportación de aspirantes a ciudadanos debido a la falta de acción del Congreso», exigió la directora del centro, Marielena Hincapié.
«Instamos a Obama a poner fin a la crisis moral causada por el nivel récord de deportaciones de su gobierno y a que garantice que aquellos que aspiran a contribuir con todo su potencial a su país adoptivo puedan vivir libres del miedo a ser deportados hasta que sean capaces de ganarse la ciudadanía», afirmó.