Obama recupera terreno


Barack Obama y su familia durante la celebración de las fiestas navideñas en Washington. FOTO LA HORA: AP Manuel Balce Ceneta

Barack Obama está dejando atrás la paliza electoral de principios de noviembre con una serie de éxitos resonantes que serí­an la envidia de cualquier presidente: un acuerdo sobre impuestos, la decisión histórica de permitir que los gays sirvan abiertamente en las fuerzas armadas y grandes perspectivas de sellar un importante pacto nuclear con Rusia.


Lo hizo en base a una actitud pragmática, sin casarse con nadie.

En las siete semanas que pasaron desde las elecciones de mitad de término, Obama se puso de acuerdo con los republicanos en torno al tema impositivo, ignorando al sector liberal de su partido demócrata. Lo mismo hizo con el nuevo tratado armamentí­stico START. Pero dejó encantados a los liberales cuando el Congreso dispuso que los gays sirvan abiertamente en las fuerzas armadas, algo que enardeció a los conservadores.

Obama, cuyos dos primeros años de gobierno estuvieron caracterizados por profundos enfrentamientos partidistas, está en una encrucijada, ya que encara un futuro con un Partido Republicano mucho más fuerte tras su victoria electoral y con un electorado agitado. Por ello, los recientes éxitos son vistos como un indicio de que está encontrando la forma de entenderse con los republicanos.

«Esto no es un modelo a seguir en los próximos dos años, pero es una buena base para ir elaborando estrategias», expresó Dan Pfeiffer, director de comunicaciones de la Casa Blanca.

El Congreso actual, sin embargo, no es el que habrá los dos próximos años.

El año que viene los republicanos asumirán el control de la Cámara de Representantes y ganarán bancas en el Senado. No será fácil lograr acuerdos con un Partido Republicano revitalizado. Además, se avecinan las elecciones presidenciales del 2012 y la tendencia en los dos años previos a esos comicios siempre ha sido a la confrontación, más que a la cooperación.

Obama y el Congreso, por otra parte, postergaron choques que prometen ser ásperos. En relación con los impuestos, por ejemplo, se decidió prorrogar temporalmente los recortes aprobados durante el gobierno de George W. Bush hijo, pero no se decidió cuáles se harán permanentes y cuáles no. Ese debate podrí­a dominar la campaña con miras a las elecciones presidenciales.

El Congreso tampoco pudo sancionar una ley de gastos del gobierno. Simplemente tomó medidas provisionales y volverá a abordar el tema en marzo, cuando los republicanos tendrán más fuerza y tratarán de repeler leyes sobre los planes de salud y la supervisión de los bancos.

El Senado, por su parte, no pudo aprobar una reforma a las leyes de inmigración que allanarí­a el camino para que muchos indocumentados jóvenes que se enrolan en las fuerzas armadas o cursan estudios universitarios puedan regularizar su situación. Será más difí­cil aprobar esa reforma con el nuevo Congreso.

Otros temas candentes por delante son el déficit presupuestario y la creciente deuda nacional.

«Sé que en los próximos dos años habrá momentos en los que no reinará un espí­ritu festivo como el de ahora», declaró Obama el viernes.

De todos modos, los logros de fin de año no dejan de ser notables y pueden ayudar a dibujar una nueva imagen de Obama.

En la campaña presidencial del 2008, Obama hizo dos promesas fundamentales: reformar el sistema de salud pública y promover la cooperación, no las divisiones partidistas. En sus dos primeros años, pudo cumplir la primera promesa a costa de la segunda.

Pero en las dos últimas semanas mostró disposición a transar y a conseguir votos republicanos, a veces a expensas de los de su propio partido.

Algunos liberales dicen que Obama está cediendo demasiado a unos republicanos que el representante demócrata Anthony Weiner describe como «mejores jugadores de póker».

El asesor republicano John Feehry opinó que Obama es un polí­tico pragmático que, «ante la perspectiva de cometer un harakiri o hacer lo que corresponde, hará lo que corresponde».

Acotó que, de todos modos, el presidente «puede ser despiadado si la situación lo requiere».

No faltan quienes dicen que Obama demostró ser un polí­tico vivo y fino.

«Es muy flexible e inteligente», declaró Fred Greenstein, historiador especializado en la presidencia y profesor emérito de la Universidad de Princeton. «La gente puede subestimarlo si quiere. No creo que lo inquiete en lo más mí­nimo».