En presentaciones consecutivas sin precedente por televisión a nivel nacional, el presidente Barack Obama y el presidente de la Cámara de Representantes John Boehner expresaron puntos de vista opuestos el lunes por la noche sobre la causa y la solución de la crisis de la deuda estadounidense.
Ambos dirigieron mensajes al país mientras el Congreso continuaba estancado sobre la aprobación de una ley que pueda evitar la amenaza de una moratoria en el pago de la deuda después del 2 de agosto.
Tras descalificar lo que llamó un «circo partidario de tres pistas» en la capital de la nación, Obama criticó un nuevo plan republicano para aumentar el límite de endeudamiento del gobierno por considerarlo una invitación para otra crisis dentro de seis meses. Señaló que los líderes legislativos deberán producir un compromiso que puedan colocar en su escritorio antes del plazo previsto.
«El pueblo estadounidense quizá votó por un gobierno dividido, pero no votó por un gobierno disfuncional», dijo Obama en su discurso televisado, en el cual exhortó a los estadounidenses a contactar a sus representantes en el Congreso y demandar un «enfoque balanceado» para reducir el déficit presupuestal federal, que incluya incremento tributario para los millonarios al igual que la reducción de gastos.
Momentos después, desde un salón adyacente a la Cámara de Representantes, Boehner dijo que la «atmósfera de crisis» fue provocada por el presidente.
«La triste verdad es que el presidente quería un cheque en blanco hace seis meses y quiere un cheque en blanco ahora. Eso simplemente no va a pasar», sentenció. «El presidente ha dicho que necesitamos un enfoque ‘balanceado’, lo que en Washington significa que nosotros gastamos más, ustedes pagan más».
Obama tomó los micrófonos pocas horas después de que los republicanos primero, y los demócratas después, presentaran sus propias propuestas para evitar un potencialmente devastador impago dentro de poco más de una semana.
Los mensajes televisados consecutivos dejaron entrever que no había un compromiso en ciernes, y los próximos pasos al parecer serán las votaciones sobre los planes rivales en el Senado y en la cámara para mediados de semana.
A pesar de las advertencias de que ocurriría lo contrario, los mercados financieros de Estados Unidos al parecer han tomado con calma las diversas maniobras políticas. Wall Street registró pérdidas, pero sin indicios de pánico entre los inversionistas.
Sin una legislación promulgada para la fecha límite del 2 de agosto, el Departamento del Tesoro no tendrá capacidad para saldar sus compromisos financieros. Las autoridades han advertido que la insolvencia que sobrevendría podría acarrear perjuicios a la economía nacional, la cual atraviesa dificultades para recuperarse de su peor recesión en décadas.
Obama desea un proyecto de ley que aumente el tope de deuda de la nación en por lo menos 2,4 billones de dólares en una sola votación, a fin de evitar que se repita la actual disputa hasta después de las elecciones generales de 2013.
Los republicanos desean un proceso de dos etapas que requeriría una segunda votación a mediados del 2012 en plena campaña electoral, comprometiendo la contienda por el control de la Casa Blanca y las dos cámaras del Congreso.
Los discursos del lunes por la noche constituyen un marcado giro dentro de un período de gobierno dividido que ya lleva seis meses, donde el presidente y sus principales opositores republicanos apelaron a la nación en una definida pugna política.
Obama citó a Ronald Reagan —el héroe de muchos conservadores_, quien también habló de un plan equilibrado y enfatizó la necesidad de llegar a un compromiso. A Obama le faltó poco para amenazar que vetaría el proyecto de ley elaborado por los republicanos, el cual había criticado.
Las palabras de Boehner parecían destinadas al público en general y también a los conservadores, incluyendo a defensores del llamado «tea party» que ascendieron a la Cámara de Representantes a fines del año pasado.
La severidad de las declaraciones de ambos bandos eclipsan las concesiones que habían hecho previamente los líderes políticos de la nación en sus intentos por buscar una solución de la crisis económica.
Estados Unidos agotará su capacidad crediticia y para pagar sus compromisos financieros después del 2 de agosto si para entonces no se logra un acuerdo que eleve el tope de deuda de la nación.