El presidente Barack Obama atribuyó la paralización parcial del Gobierno al titular de la cámara de representantes John Boehner, con lo cual agudizó un enfrentamiento que se precipita hacia un choque potencialmente gravísimo en torno a la autoridad de la nación para tomar fondos en préstamo.
En un discurso ante una empresa de la construcción en un suburbio de Washington hoy, Obama presentó a Boehner como cautivo de una pequeña banda de republicanos derechistas que reclaman concesiones a cambio de aprobar una ley de gastos a corto plazo para permitir que el Gobierno reanude plenamente sus operaciones.
«Lo único que impide el regreso de la gente al trabajo, la reanudación de la investigación básica o la concesión de préstamos a agricultores y pequeños empresarios, lo único que impide que todo eso suceda ya, hoy, en los próximos cinco minutos, es que el presidente John Boehner se niega a someter el proyecto a una votación por sí o por no porque no quiere enfurecer a los extremistas en su partido.
La disputa en torno al cierre agudizó los temores sobre un problema mayor que se acerca implacablemente: a mediados de octubre vence el plazo para elevar el límite de contracción de deuda del gobierno antes que se le acaben los fondos para pagar a sus acreedores. El Tesoro advirtió el jueves que no elevar ese techo podría generar una nueva recesión, aún más grave que aquélla de la cual los estadounidenses apenas están saliendo.
«El presidente mantiene la esperanza que prevalecerá el sentido común», afirmó la Casa Blanca en un comunicado después de la improductiva reunión en torno al estancamiento político que ha paralizado a 800.000 trabajadores federales y detenido una amplia gama de servicios que los estadounidenses esperan de su gobierno.
Boehner, republicano por Ohio, se quejó ante los reporteros que Obama utilizó la reunión para volver a declarar que no negociará en torno a su ley de gastos médicos.
Los republicanos de la Cámara de Representantes, impulsados por un grupo de conservadores del movimiento Tea Party, insisten que Obama acepte cambios a la ley de salud que impulsó hasta lograr su aprobación hace tres años como parte del precio para reabrir todo el gobierno. El mandatario se niega a considerar cualquier acuerdo que vincule la ley de gastos médicos con la legislación de rutina necesaria para extender los fondos del gobierno.
«Probablemente ya concluimos las negociaciones entre nosotros», dijo el republicano Jeb Hensarling, representante por Texas, presidente de la Comisión de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes, el jueves en la cadena MSNBC.
Los republicanos que en un principio buscaron quitarle fondos a la ley de gastos médicos a cambio de dotar de fondos al resto del gobierno han reducido gradualmente sus exigencias, pero dicen que necesitan que Obama haga algún tipo de oferta.
Boehner expresó su frustración tras la reunión en la Casa Blanca el martes por la noche.
«Todo lo que pedimos es una discusión y equidad para el pueblo estadounidense en el Obamacare», afirmó, usando el término utilizado popularmente para referirse a la ley de salud.
La falta de avances incrementó la impresión cada vez más generalizada de que la disputa por el cierre pudiera mantenerse hasta mediados de octubre y enredarse con una batalla con consecuencias aún peores en torno al límite de la deuda gubernamental. El gobierno de Obama ha dicho que el Congreso tiene que renovar la autoridad de la administración para tomar préstamos antes del 17 de octubre, o de lo contrario correr el riesgo de una mora en los pagos de la deuda federal, que sería la primera en la historia del país, y que muchos economistas dicen afectaría peligrosamente a la economía mundial.
El empantanamiento del cierre del gobierno ya ha asustado a los inversionistas. Los mercados de valores en Estados Unidos y el extranjero perdieron fuerza el miércoles, y el jefe del banco central europeo, Mario Draghi, calificó el cierre del gobierno de «un riesgo si se prolonga».
Altos ejecutivos financieros se reunieron con Obama y uno de ellos, Lloud Blankfeni, director general de Goldman Sachs, dijo que los políticos no deben usar una mora de pagos en potencia «como un garrote».
Los republicanos planeaban seguir el jueves con su estrategia más reciente: aprobar en la cámara baja leyes que permiten reanudar algunos programas populares.
Ya estaban listos los votos para reasignar dinero a los veteranos de guerra y pagar a los miembros de la Guardia Nacional y la Reserva. El miércoles, la Cámara de Representantes aprobó financiar los parques nacionales y la investigación biomédica y permitir que el gobierno municipal del Distrito de Columbia gaste dinero controlado por el gobierno federal.
Por su parte, los demócratas han exigido la reanudación de labores de todo el gobierno, y la Casa Blanca y el líder de la mayoría en el Senado, Harry Reid, demócrata por Nevada, dejaron en claro que los proyectos de ley limitados de los republicanos no tienen posibilidad de sobrevivir.