Obama arremete contra petroleras y anuncia control estricto


Un pescador muestra los camarones que obtuvo en la pesca en las costas de Luisiana, amenazadas por la marea negra. FOTO LA HORA: AFP Joe Raedle

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, arremetió hoy contra las compañí­as petroleras por intentar culparse mutuamente de la marea negra en el Golfo de México y juró poner fin a las relaciones «í­ntimas» entre la industria y las agencias públicas de control.


En un tono inusualmente duro, Obama dijo que habí­a ordenado una reforma de «arriba a abajo» de las agencias federales encargadas de autorizar las perforaciones en el mar y anunció que se revisarí­an las formas en que se hacen cumplir las normas de protección ambiental.

La Casa Blanca dijo que Obama está «profundamente frustrado» por el hecho de que el petróleo sigue fluyendo a borbotones en el Golfo de México, tres semanas después de la espectacular explosión del 20 de abril que dos dí­as más tarde hundió a la plataforma petrolera Deepwater Horizon.

El mandatario atacó a las tres compañí­as petroleras involucradas en el accidente, que dieron lo que llamó «un espectáculo ridí­culo» por tratar de culparse mutuamente de la tragedia ante una comisión del Senado.

«No voy a tolerar más dedos acusadores ni irresponsabilidad», dijo el mandatario tras la reunión con sus asesores. Visiblemente enojado, Obama dijo que el gobierno federal también tení­a que asumir responsabilidades y prometió un control más estricto sobre la industria petrolera.

Expertos advirtieron que la fuga de crudo puede ser hasta diez veces más intensa que la estimación original de 800.000 litros diarios.

Cientí­ficos que analizaron cuán lejos y rápido se mueven las partí­culas de petróleo en un video distribuido por BP, declararon a los medios estadounidenses que del pozo fluí­an en realidad cerca de 10 millones de litros diarios, con un margen de error de /-20%.

Los datos sugieren que la marea negra ya es el peor desastre ambiental de la historia de Estados Unidos, eclipsando el accidente del Exxon Valdez. Pero la petrolera británica BP cuestiona los datos.

El director de operaciones de BP, Doug Suttles, también impugnó las nuevas estimaciones, alegando que no habí­a forma confiable de medir la fuga.

«Pero lo que les puedo decir es que estamos organizando la mayor respuesta jamás organizada, la que no depende de si son 5.000 barriles diarios o una cifra diferente», dijo Suttles a CBS News.

El último esfuerzo de la empresa consiste en un intento por conectar un «embudo» en el fondo del mar, sobre el pozo, para canalizar desde allí­ el crudo hacia un buque contenedor.

Los trabajos comenzaron el jueves, pero el proceso estaba llevando más tiempo del esperado, anunció BP.

«Es verdaderamente complicado a causa de la profundidad» en la que se realizan los trabajos, a 1.500 metros bajo el mar, dijo el portavoz de la compañí­a John Crabtree.

Rebecca Bernhard, otra representante de BP, afirmó que submarinos a control remoto estaban trabajando para ajustar y colocar el «embudo», un tubo de 53 cm de diámetro con un tubo más pequeño de 15 cm en su interior.

El gigante petrolero está bajo una creciente presión para que detenga la fuga de crudo, que amenaza los frágiles y ecológicamente importantes humedales de Luisiana.

El almirante de la Guardia Costera Thed Allen, a quien Obama encargó que supervise la respuesta contra la marea, dijo este viernes que la mancha estaba fragmentándose en manchas más pequeñas y numerosas.

«Eso es bueno y malo a la vez», aseguró. «Como se dispersa ampliamente es difí­cil de manejar, pero al mismo tiempo el derrame llega a la costa en pequeñas cantidades», agregó.

El desastre puso en evidencia la laxitud de los controles sobre la industria petrolera. The New York Times informó que el Minerals Management Service (Servicio de Gestión Minera), un organismo federal encargado de controlar las perforaciones petroleras, autorizó a BP a realizar perforaciones sin haber obtenido antes los permisos de rigor.

BP se comprometió a proteger la costa y a realizar la limpieza total, pero hasta ahora no ha tenido éxito siquiera para enlentecer la fuga.

Suttles dijo el viernes que los nuevos esfuerzos para detener el escape no comenzarí­an hasta el final de la próxima semana. «Las técnicas que emplearemos en las próximas 24 horas, es necesario recordarlo, son para reducir el escape, no para detenerlo», precisó.