Revisando esta mañana todos los comunicados que envió Conred por correo electrónico a lo largo de la jornada del sábado, cuando se convirtió en tormenta tropical la depresión que se formó días antes en el océano Pacífico, veo que nunca hubo una instrucción precisa para que la gente que vive en lugares de riesgo fuera evacuada ni, mucho menos, un llamado a la población dirigido por medio de un sistema nacional de información que advirtiera de los gravísimos riesgos que se cernían sobre el país.
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Me llamó la atención la conferencia de prensa del Presidente a eso de las once de la mañana del sábado, cuando dedicó buena parte del tiempo a hablar del Pacaya, del aeropuerto y las medidas que sobre esa emergencia estaban tomando, sin darle a la tormenta la importancia debida. Por supuesto que la obligación era de las autoridades del Insivumeh y de Conred de advertir que lo que se venía era potencialmente peor que el Mitch y el Stan y en consecuencia alertar a la población, pero ni en esas entidades ni en el Gobierno se preocuparon por generar un sistema de alerta nacional. El sábado por la tarde, mucha gente veía lo que estaba pasando literalmente como quien ve llover. No había sensación de urgencia porque las autoridades no hicieron absolutamente nada por indicarle a los habitantes de los numerosos lugares de alto riesgo que tenían que abandonar las laderas y refugiarse en albergues, no digamos a los que han construido en antiguos cauces de ríos y que se dieron cuenta de la crecida de las aguas en la noche, cuando se había ido la luz y no tenían a donde ir. Posiblemente no se hubiera logrado reducir la cantidad de muertos o alguien hubiera salvado la vida si el Gobierno les avisa con realismo sobre la posible dimensión de la tormenta que se había formado y que tomó el curso directamente hacia el territorio nacional. Pero no hubo ese sistema nacional de información que, como ocurre en otros países, hiciera uso de todos los medios para repetir cada cinco minutos instrucciones a la población sobre medidas que tenían que tomarse frente a la posibilidad de un desastre. En los comunicados de Conred en la mañana del sábado se advertía de la posibilidad de lluvias de moderadas a fuertes, pero no se le dijo a la gente que lo que estaba entrando al país era una tormenta potencialmente mortal. Esa misma mañana, en La Hora consultamos la página de The Weather Channel y pudimos ver que allí se decía que la tormenta Agatha podía provocar deslaves e inundaciones mortales en Guatemala, pero las autoridades nacionales seguían trabadas con el tema del Pacaya y no atinaron a salir de esa cantaleta. Quienes hemos vivido en otros lugares situaciones parecidas frente a tormentas, sabemos cómo reaccionan las autoridades y los avisos que formulan insistentemente a la población. En Guatemala no se le dijo a la gente que había una tormenta que podía tener consecuencias mortales ni, mucho menos, se ordenaron evacuaciones. Se supone que el país tiene un mapa de los lugares más vulnerables, o al menos así lo dijeron en alguna ocasión las autoridades, pero a esos sitios no llegó nadie a hablarle a los pobladores para invitarlos, no digamos forzarlos, a evacuar. A ver si aprendemos con esta nueva tragedia. Hasta el inepto de Bush mandó al chorizo al incapaz que tenía al frente del equivalente de Conred en Estados Unidos cuando Katrina, pero aquí mico con mico se dan la cola y los ineptos se aplauden unos a otros por lo «bien que manejaron la crisis».