Historiadores e investigadores dirán si tengo razón, o no, pero en torno al insólito tema de la Corte Suprema de Justicia que sigue acéfala, es algo de verdad, nunca antes visto. Cuando escribo estos renglones, pese a varios intentos, resultan fallidos los mismos, a partir del año que recién llegó a su término.
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Parece juego de niños, dispuestos a llevar a cabo uno de sus pasatiempos. Los cuales sacan al desnudo un empecinamiento perjudicial y falta de madurez profesional. Choca y mueve profundo malestar ciudadano, además de enorme inconformidad. En pleno siglo XXI viene a ser retroceso institucional, no cabe duda.
Asumo una vez más, con mal sabor en la boca la vigencia del hecho innegable que en Guatemala todo puede suceder. El refranero popular tiene en ese sentido material de sobra para la afirmación que en nuestro suelo se ven a menudo muertos acarrear basura, dentro del acontecer habitual, digan lo que digan.
Opinión generalizada es, sin conformar exageración, con la carga contundente de crítica volandera, que tal y extraño proceder representa un muy mal precedente. Es a la vez, una acción fuera de serie en incorrecta dirección, por cuanto lleva el membrete de un indebido ejemplo que pronto gana terreno fácil.
Uno se pregunta y le da vueltas al magín, qué tan poderosos impedimentos evitan la elección del magistrado o magistrada presidente o presidenta de aquel organismo estatal. Asimismo, de la Suprema Corte en el ámbito judicial, que supere de una buena vez las grandes expectativas aún prevalecientes.
Cómo se pueden enfrascar quizá en discusiones bizantinas, calificadas de mero entorpecimiento indeseable a la postre. Por lo visto y tras más de esa veintena de reuniones con tal finalidad especifica. Los famosos y nunca bien ponderados consensos andan, nadie lo niega, más perdidos que el hijo de la Llorona.
La dilación en referencia coloca a los magistrados en abierta pugna y disensos, en el filo de la navaja ante los connacionales. Y por supuesto, con mayor intensidad en el marco de observadores y analistas internacionales, severos en ese orden de ideas a las andanadas consiguientes del todo negativas.
Este estancamiento aludido ocupa las portadas de los diversos medios de comunicación social, día tras día; sesión tras sesión de trabajo inútil. Las repercusiones, por sabido se calla que perjudican cualitativa y cuantitativamente sus labores, parte del engranaje del Estado, sin que quepa duda.
Además constituye una presa potente que amontona buena parte de sus roles apropiados, a título de representar a la dama de los ojos vendados. Tocante el caso concreto de algunos antejuicios están pendientes de su declaración de ser aceptados, o no. Ello toma el nombre sin esquivación alguna de rémoras.
Deseable viene a ser que los magistrados de la Corte Suprema de Justicia depongan en aras de la misma institucionalidad del país y del estado de Derecho al inicio del 2,009, y por fin elijan la cabeza del citado organismo. Suficiente tiempo han perdido, deben siempre recordar que el tiempo perdido hasta los santos lo lloran.
Reitero, ojalá el Año Nuevo cumpla a plenitud el desempeño de los magistrados, es justo y necesario arribar a puerto seguro, después de las borrascas en el mar proceloso de las decisiones urgentes e indispensables, que apuntalen con certeza y buena voluntad, sin regateos el poder judicial al término de la distancia.