Nuevos atentados en zona mapuche


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Dos nuevos atentados incendiarios se registraron en la región mapuche de La Araucanía el sábado, un día después que un anciano matrimonio de terratenientes murieron carbonizados en un incendio intencional a su residencia provocado por encapuchados, presuntamente indígenas radicales, aunque nadie se ha declarado responsable.

Por FEDERICO QUILODRAN, SANTIAGO / Agencia AP

Los dos nuevos ataques, que no causaron víctimas, se registraron luego que el presidente Sebastián Piñera, que viajó especialmente a la región a unos 800 kilómetros al sur de esta capital, anunció la formación de una fuerza policial antiterrorista destinada a prevenir y combatir ese tipo de acciones.

Un camión fue interceptado por cuatro encapuchados e incendiado en un camino interior de la zona poblada por empobrecidos mapuches, la principal etnia del país con alrededor de un millón de personas.

En otra acción, varios encapuchados también atacaron una hacienda, donde quemaron dos galpones que guardaban maquinaria agrícola. El mismo grupo, según la información policial, habría intentado quemar un puente cercano.

La familia Luchsinger es acusada de «racistas y antimapuches» por algunos dirigentes mapuches, como el exvocero estudiantil José Ancalao, y sus enfrentamientos con los indígenas se remontan a los años 50. Werner Luchsinger y su esposa Vivian McKay, las dos víctimas fatales del ataque de la madrugada del viernes, sin embargo, no tenían conflictos con los mapuches de la zona y por esa razón no tenían protección policial, como la tienen otros agricultores de la región que han sido atacados y sufrido perjuicios.

Luchsinger se defendió del ataque e hirió de bala a un mapuche, que posteriormente fue detenido por la policía en las cercanías del predio e identificado como Celestino Córdova Tránsito, de 26 años y miembro de la comunidad mapuche «Juan Quintrupil».

Los dirigentes de los agricultores de la región están pidiendo ahora además que el gobierno decrete estado de sitio.

Algunos agricultores han amenazado con armarse para repeler ataques y hace unos meses a uno de ellos la Policía le encontró un verdadero arsenal.

Alan Cooper, que además de agricultor de la zona es primo de Vivian McKay, advirtió que «los voy a balear a todos si es que llegan acá».

Cooper es un exmilitante de un grupo terrorista de ultraderecha durante el derrocado gobierno del presidente Salvador Allende en los años 70. Estuvo implicado y procesado por el asesinato en 1969 del comandante en jefe del ejército, general René Schneider. El entonces dictador Augusto Pinochet lo indultó a él y los otros implicados.

La familia Luchsinger, que tiene varios predios en la zona, ha estado envuelta en algunos litigios con grupos mapuches. En la hacienda de Jorge Luchsinger, primo de Werner, se registró hace cinco años un incidente en que un policía dio muerte por la espalda al joven universitario mapuche Matías Catrileo. El policía recibió una leve condena y fue reincorporado a la fuerza de seguridad. El aniversario del asesinato el miércoles originó manifestaciones de protesta y el atentado al matrimonio Luchsinger-McKay estuvo relacionado con el hecho, según afirmó el ministro del Interior, Andrés Chadwick.

La familia Luchsinger se origina de un inmigrante suizo que hace un siglo se asentó en la zona para dedicarse a la agricultura. Los integrantes de la familia poseen cinco predios, aunque Jorge Luchsinger ha vendido algunos de ellos al estado para ser entregados a comunidades mapuches.

Jorge Luchsinger tiene custodia policial en su hacienda.

El atentado causó amplia repercusión y condena, pero diversos sectores han exhortado al gobierno a buscar una solución de fondo al conflicto mapuche, etnia que reclama la devolución de las tierras que les fueron arrebatadas por la colonización de la zona impulsada a mediados del siglo XIX.

La Iglesia Católica, por intermedio del presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Santiago, Ricardo Ezatti, reiteró este sábado en declaraciones a un canal de televisión la invitación a un diálogo y su disposición a servir de puente entre las partes.

«El problema que enfrentamos es humano y se enfrenta no sólo con medidas represivas, preventivas, sino también hay que sentarse a dialogar», expresó el prelado.

Agregó que «un problema no se resuelve con la fuerza, con violencia, sino dando espacio al diálogo».