Siempre he creído que la creación de la figura de la Procuraduría de los Derechos Humanos a manos de los constituyentes en 1985 fue como aceptar de entrada que nuestro nuevo sistema legal había quedado como un viejo techo con goteras. Hace agua por todos lados y como ya se sabía desde el inicio, optamos por comprar el tapagoteras de una vez. En fin, la Procuraduría es parte de nuestro sistema y mientras no se disponga lo contrario tendremos que vivir con ella y hacer de su existencia lo mejor posible.
Todo parece indicar que para cuando usted este leyendo estas letras el nuevo Procurador habrá sido electo por dos terceras partes o más del pleno de Diputados. Con el manifiesto apoyo del Ejecutivo Jorge de León Duque se perfila como el nuevo Magistrado de Conciencia y bajo mi particular punto de vista esto traerá un buen avance para una institución que desde hace mucho tiempo parece reflejar un anacrónico sentido de existencia. Como la PDH goza de altísimos poderes dentro del aparato estatal, el puesto ha sido politizado totalmente y los últimos 10 años, los del Dr. Sergio Morales, han servido para desprestigiar totalmente a la institución. Yo no estoy de acuerdo con la sola existencia de la institución porque como ya lo mencioné su actuar pareciera superfluo si no fuera por los gravísimos problemas que nuestra organización política presenta. Si atacamos el problema desde las raíces y no por las ramas, la procuraduría no tendría función alguna, porque debiera de ser harta obligación del gobierno el defender los derechos humanos, si no ¿Para qué otra cosa estamos organizados políticamente confiriéndole poder a los elegidos? De hecho la única razón de existir del Estado debiera ser esa precisamente, la de garantizar los Derechos Humanos de sus habitantes. Definitivamente es un buen momento para que sangre joven tome las riendas de la PDH para ayudar a transformarla en una institución que observe detenidamente el cumplimiento de los derechos humanos de los guatemaltecos sin permitirse funcionar de acicate o caja de resonancia de grupos de poder que hasta la fecha han hecho lo que les viene en gana atropellando a los guatemaltecos de bien.
Me parece que una de las obligaciones del nuevo Procurador será la de revisar el rosario de Derechos Humanos que tenemos hoy en día y cotejarlos con lo que manda nuestra Constitución Política que debe de ser en todo momento el máximo parangón. De hecho me parece que parte de nuestros problemas más arraigados vienen de las políticamente prostituidas clasificaciones de Derechos Humanos que más parecieran una carta a Santa Claus. Listas de deseos y no de derechos nos han hecho desviar la atención del cuidado de los derechos fundamentales de los seres humanos. ¿De dónde sacan por ejemplo el derecho a la vivienda, al trabajo, a la alimentación? Cuando nada tienen que ver estos importantes conceptos con la condición natural intrínseca del hombre dentro de una sociedad. Ese tipo de mal llamados “derechos” son realmente deseos o aspiraciones que se pueden alcanzar sin ningún problema, siempre y cuando, los verdaderos derechos estén garantizados.
No puede, ni debe, el Procurador entrante permitir que grupos utilicen la chamarra de los Derechos Humanos para cubrir sus fechorías. Es común hoy en día encontrar a personas que se han acostumbrado a protestar exigiendo “derechos” mientras atropellan los derechos de los demás.
Mis más sinceros y buenos deseos para el nuevo Procurador, ojalá y se atreva a cuestionar al sistema actual y salga en defensa fuerte y decidida de los verdaderos derechos humanos de todos los guatemaltecos.