Nuevo mando policial


La decisión de nombrar al comisario Jaime Otzí­n como nuevo Director General de la Policí­a Nacional Civil reviste una enorme importancia no sólo porque al fin el Gobierno pudo llenar esa importante vacante, sino especialmente porque para hacerlo se procedió en una forma sin precedentes mediante la evaluación profunda de los comisarios que podí­an ocupar el puesto. Pruebas psicológicas y de polí­grafo fueron descartando a una enorme cantidad de comisarios, puesto que por una u otra razón no reuní­an los requisitos elementales para garantizar independencia de los grupos criminales.


Los últimos casos han demostrado que la Dirección General de la Policí­a Nacional Civil ha sido una viña para muchos de los que han ocupado el puesto, pero no simplemente recibiendo mordidas y comisiones, sino que en franca colusión con los grupos más tenebrosos del crimen organizado. Es más, se puede decir que algunos de ellos pudieron organizar su propia red criminal y que el tumbe de drogas era apenas una de las acciones más comunes y lucrativas que desempeñaron durante muchos años, demasiados años en realidad, quienes tení­an el encargo de dirigir la PNC. Creemos que el comisario Jaime Otzí­n tiene un reto enorme por delante y también una oportunidad histórica para implementar los cambios que necesita la institución. Contará con el apoyo de la comisionada (que ya dejó de ser esa inexistente figura de «precomisionada») para la reforma policial, la señora Helen Mack, quien hará todo lo posible por asegurar el necesario apoyo polí­tico que se requiere para que la institución pueda realmente ponerse en la ruta de la transformación. No olvidemos que la PNC es vital para la seguridad ciudadana, pero tampoco que las mafias han entendido que para sus sucios intereses también la policí­a es vital y por lo tanto desde hace muchos años vienen infiltrándola para asegurar que sea el puntal de la impunidad. Y lo han hecho corrompiendo a muchos elementos, tantos que ahora no habí­a forma de encontrar ni siquiera con la lámpara de Diógenes, al director correcto y honesto, puesto que en las pruebas de polí­grafo aparecí­an demasiadas alertas y en la prueba psicológica no sólo se confirmaban sino que se agravaban. La Policí­a que tiene que dirigir el comisario Otzí­n debe estar al servicio de la población y lo primero es asegurar que cuando un ciudadano se encuentran con un agente, debe sentir la confianza de que se trata de un encargado de seguridad y no el temor actual de que sea un criminal que va a robar o matar. Su tarea no es fácil, pero como sociedad le debemos apoyar y acicatear para que logre el objetivo de iniciar la transformación policial.