El magisterio era uno de esos gremios que tenían un pasado histórico brillante para vivir de recuerdos pero que debido a su propio crecimiento y a la dinámica social, se fue fragmentando de tal manera que perdió protagonismo y sus dirigentes prestigio. En este gobierno, sin embargo, las políticas del ministerio han tenido el efecto de devolverle fuerza y consistencia al punto de que ayer se produjo una manifestación que para los parámetros de Guatemala, país de gente que no se compromete ni participa, debe considerarse como masiva.
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Tengo la impresión de que el movimiento magisterial está reagrupándose en forma acelerada y que la reacción de las autoridades, al querer minimizar la participación y hasta cuestionar si todos los que marcharon serían maestros, es una torpeza porque los reportes indican que la paralización de labores fue muy generalizada en todo el país. E intuyo que esa unificación del magisterio tiene mucho que ver con errores de bulto cometidos en el manejo de la educación pública como el de haberse prestado para autorizar una transferencia millonaria de fondos destinados a Educación para cubrir los gastos no fiscalizados por nadie de la construcción del aeropuerto internacional La Aurora.
Porque explicaciones técnicas puede haber muchas sobre las razones que hicieron aceptar tal transferencia, pero políticamente es una torpeza sin justificación ni defensa el haber pasado dinero de Educación, que todo mundo señala como la prioridad en cuanto a inversión pública si queremos tener un país con mejores condiciones para el futuro, a manos de una de las tantas entidades internacionales que se encargan de manejar fondos públicos para que no exista control sobre la forma en que se gasta el dinero del fisco.
No está de más recordar que hasta el caso de la compra cuestionada de un terreno para la Asociación de Polo termina de alguna manera vinculada con ese escándalo porque los personeros de la entidad deportiva dicen que no tienen que rendir cuentas a nadie porque el dinero proviene de un organismo internacional, pasando por alto que la Organización de la Aviación Civil Internacional es un intermediario para administrar los fondos públicos. Y como la transferencia de dinero de las partidas destinadas a Educación Pública fue a parar a manos de la misma OACI, cabe la duda de si el dinero de la cartera más importante para promover desarrollo humano no terminó financiando la compra de terrenos para el exclusivo deporte del polo.
En política las percepciones cuentan mucho y la que se deriva de esa transferencia de fondos es de tal calibre que refleja como si al gobierno actual y a las autoridades del ministerio no les interesara la educación porque permitieron que se usaran los siempre escasos recursos para cubrir otras prioridades. Y por ello los maestros, que entre otras cosas reclaman mejoras salariales, pensarán que si hay para dar plata para la construcción del nuevo aeropuerto, también debiera haber para pagarles mejor a ellos. Y ante una percepción de esa naturaleza es lógico que se produzca un resurgimiento, con más vigor y fuerza, del movimiento magisterial que parece volver ahora por sus fueros. Hay que decir que los errores políticos y administrativos son los que han devuelto también fuerza y liderazgo a una dirigencia que era muy cuestionada pero que evidentemente rescató poder de convocatoria más por los errores ajenos que por los méritos propios.