Movimiento de tropas venezolanas en la frontera con Colombia, acusaciones de espionaje militar de Perú contra Chile: América del Sur experimenta un aumento de las tensiones bilaterales en el marco de problemas internos y querellas fronterizas.
Como ha ocurrido a menudo estos últimos años, la crisis más aguda enfrenta a la Venezuela de Hugo Chávez (izquierda) con la Colombia de Alvaro Uribe (derecha), con Washington como actor secundario.
El presidente venezolano llamó a principios de noviembre a sus Fuerzas Armadas a «prepararse para la guerra», tras la firma de un acuerdo militar que permite a militares estadounidenses a usar siete bases en Colombia.
Colombia, que por su lado le reprocha a Caracas que haya firmado contratos de compra de armas a Rusia por más de 6.000 millones de dólares desde 2005, respondió apelando al Consejo de Seguridad de la ONU y a la Organización de Estados Americanos (OEA).
Chavez aseguró luego que no tiene ninguna intención bélica.
«El conflicto entre Colombia y Venezuela se agudiza, pero ninguno de los dos presidentes parece tener la intención real de llegar a las armas», opina Rosendo Fraga, director del centro de estudios argentino Unión para una Nueva Mayoría.
Para el analista, esta crisis le cae en el momento justo a Uribe, cuando la Corte Constitucional podría cuestionar su proyecto de referendo para modificar la carta magna para permitirle un tercer mandato presidencial en mayo.
«A su vez, Chávez, complicado en su país por problemas económicos, también ve en la confrontación con Uribe una forma de cerrar filas», añade Fraga. Venezuela acaba de entrar en recesión y sufre cortes de agua y electricidad a causa de una prolongada sequía.
Fraga desconfía, sin embargo, de la intervención de «tres actores no estatales» en la frontera «que pueden tener interés en precipitar un conflicto más amplio: las FARC, los narcotraficantes y los paramilitares».
A la inversa, ningún actor exterior es capaz de intervenir en la querella entre Perú y Chile, provocado por la revelación de supuestos actos de espionaje cometidos al menos por un militar peruano en favor de Chile.
El presidente peruano, Alan García, anuló una reunión con su homóloga chilena, Michelle Bachelet, pero ambos mandatarios no revisaron sus relaciones diplomáticas, a pesar de los llamados en ese sentido de sus respectivas oposiciones.
«Ninguno de los dos presidentes escalará el conflicto en lo militar y en este caso no hay actores extra-estatales que puedan influir -como en el caso de la frontera entre Colombia y Venezuela-, pero el hecho pone en evidencia que, pese a los grandes cambios que se han producido en el mundo y la región (…), los conflictos de límites siguen siendo una perturbación», subraya el analista argentino.
Fraga evoca el resentimiento peruano por la pérdida de parte de su territorio durante la Guerra del Pacífico (1879-1883) y la demanda de Lima ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya referida a su frontera marítima e incluso las críticas peruanas al rearme chileno.
Al margen de estas dos fuentes de tensión, la situación parece encaminarse a volver a la normalidad entre Colombia y Ecuador, veinte meses después de la ruptura de relaciones diplomática tras el bombardeo por parte de fuerzas colombianas de un campamento de las FARC en territorio ecuatoriano, que provocó 25 muertos el 1 de marzo de 2008.
Ambos vecinos nombraron la semana pasada a sus respectivos encargados de negocios.
Ecuador mantiene relaciones cordiales con Perú, 14 años después de una guerra relámpago entre ambos países, que sigue siendo el último conflicto armado en América del Sur.
El gobierno de Michelle Bachelet analizaba las pruebas aportadas por Lima sobre un caso de espionaje que ha generado la ira del Perú, mientras políticos y analistas locales consideran que Lima ha alimentado la polémica porque pelear con Chile le da dividendos políticos y diplomáticos.