Darwin afirmó que los seres vivos que mejor se adaptaban al ambiente, tenían mayor probabilidad de sobrevivir y reproducirse. Si aquella aptitud adaptativa se heredaba, entonces todos los miembros de una misma especie tendían a tener, en el curso de las generaciones, esa misma aptitud (anatómica, fisiológica o etológica). Esa tendencia generacional era, según Darwin, la causa de un cambio de las especies, llamado “evolución”.
Darwin denominó “selección natural” al proceso por el cual la naturaleza seleccionaba a los seres vivos que tenían las mejores características (anatómicas, fisiológicas o etológicas) para adaptarse al ambiente. Esos seres eran los más aptos. El proceso de selección natural suponía distinguir absolutamente entre interior y exterior del ser vivo. El interior era la dotación genética del ser vivo. El exterior era el ambiente en el que se manifestaba esa dotación. Interior y exterior interactuaban en el proceso de selección natural. En esa interacción, el ambiente era el ser independiente, o ser al cual tenía que adaptarse el ser vivo. Inversamente, el ser vivo era el ser dependiente, o ser que tenía que adaptarse al ambiente. Esta teoría darwiniana se denominó “adaptacionismo”.
Empero, surgió una nueva teoría biológica, que afirma que el ser vivo no se adapta al ambiente, sino que lo construye. Por consiguiente, si no hay ser vivo, no hay ambiente. Colígese que no hay un ambiente absoluto al cual el ser vivo tiene que adaptarse, so pena de extinguirse. Esta teoría se denomina “construccionismo”, precisamente porque no hay un ambiente presunto ya construido, al cual tiene que adaptarse el ser vivo, sino que solo hay un ambiente que el ser vivo construye. Uno de los expositores de esa nueva teoría es Richard Lewontin, profesor de zoología comparada de la Universidad de Harvard, autor de la obra “La triple hélice: gene, organismo y ambiente”. Lewontin distingue entre el mundo físico, que existe aunque no existan seres vivos, y el ambiente del ser vivo, que consiste en la parte del mundo físico que el ser vivo convierte en ambiente.
El construccionismo biológico enuncia cinco tesis. Primera, los seres vivos determinan qué es parte y qué no es parte de su ambiente. Por ejemplo, para un pájaro que construye su nido con grama seca, la grama es parte de su ambiente; pero no las piedras. Segunda, los seres vivos crean su propio mundo. Por ejemplo, el cuerpo humano crea su propia atmósfera, que lo aisla del aire exterior. Tercera, los seres vivos constantemente alteran el ambiente. Por ejemplo, transforman los alimentos en productos tóxicos que expelen. Cuarta, el ser vivo calcula las variaciones de materia prima que puede obtener del mundo físico. Por ejemplo, las plantas del desierto calculan que, en el desierto, en promedio llueve una vez cada cinco años. Y quinta, el ser vivo determina la naturaleza de la reacción que provocan los estímulos exteriores. Por ejemplo, un ratón y una culebra ratonera reaccionan de distinta manera cuando aumenta la temperatura del aire.
Post scriptum. En resumen: no hay adaptación del ser vivo a un ambiente presunto, sino construcción del ambiente.