En la reciente campaña electoral, al igual que en las anteriores, recibí documentos de partidos políticos en contienda y sus candidatos presidenciales, conteniendo reiterativas promesas similares a las ofrecidas hace 4, 8 o 12 años, con pequeñas variantes, sin fundamentos ideológicos ni sustentación doctrinaria a sus presuntos propósitos, de suerte que no me sorprendió en absoluto que cuando los colectivos que resultaron victoriosos en los comicios, se olvidaron de sus ofertas al asumir el poder.
Ahora quiero creer que las aspiraciones de una nueva organización política cuyo secretario general es el joven exdiputado Aníbal García, esté divorciada de los viejos vicios que acompañan a los partidos que surgieron, crecieron, se diluyeron y quedaron en el olvido colectivo, porque, en primer lugar, el Movimiento Nueva República (MNR) no surge al calor de la euforia de proselitismo electoral, y, luego, porque se apuntala desde amplias, claras, profundas y realistas circunstancias económicas, culturales, sociales y de otra índole del pasado inmediato y de la actualidad prevaleciente.
Imposible enumerar todas las bases en las que se coloca la plataforma política del MNR, pero puedo destacar lo que se refiere a las inequidades que se registran en todos los ámbitos, incluyendo los salarios miserables, el coste de la canasta básica, el subempleo, la carestía de la vida, el sistema educativo colapsado, la débil inversión en este rubro, los elevados índices de morbilidad y mortalidad que incluye la desnutrición y la inexistencia de programas preventivos de salud.
Con rigor político, el MNR aborda el problema de la vivienda; el gravísimo fenómeno de la violencia, aparejada con los altos índices de criminalidad; el incremento del narcotráfico; la descarada impunidad; el tráfico de influencias; la corrupción generalizada, las deficiencias en el sector justicia, la debilidad de los cuerpos de seguridad del Estado y parches tributarios que afectan la economía de los más pobres (ergo, proponer gravámenes a ingresos de jubilados y pensionados) y no rasguñan al gran capital.
El MNR enfoca el tema de las concesiones a empresas transnacionales que explotan los recursos naturales en condiciones desventajosas para el país; por medio de políticas irresponsables y entreguistas que fomentan las desigualdades e injusticias; las componendas entre funcionarios públicos y empresarios financistas de campañas electorales, y en fin, la crisis del modelo económico que preconiza el agotamiento de la República actual, con la complacencia de políticos oportunistas, demagogos, corrompidos y coludidos con el crimen organizado y la oligarquía.
Ante ese desolador panorama -visto a grandes rasgos- el MNR propone grandes y radicales transformaciones, para crear una Nueva República social, democrática y pluricultural; la refundación del sistema de partidos políticos y otros cambios profundos que respondan a las necesidades más sentidas de los grupos menos afortunados, sin que necesariamente se convierta en enfrentamiento violento con la plutocracia, sino buscar consensos mediante el diálogo y la negociación con todos los sectores.
El MNR proyecta un Gobierno para los pobres y la clase media; construir y consolidar un Estado que regule la vida económica, garantice la justicia social, la seguridad de la población; defender los recursos naturales; comprometerse a la transformación social; canalizar una nueva corriente de izquierda democrática y aperturista a otras fuerzas progresistas, con bases y dirigentes sindicales, juveniles, mujeres, indígenas, pequeños y medianos empresarios, profesionales, estudiantes, obreros, campesinos, técnicos y luchadores sociales.
Este partido nacerá a la luz pública el domingo 3 de junio a las 10 horas en el Hotel Panamerican.
(El analista Romualdo Tishudo, al aludir a viejos políticos potreados y choteados, cita a sir George Bernard Shaw:-Los pañales y los políticos han de cambiarse a menudo… y por los mismos motivos).