Unos mil hanes enfurecidos por una serie de ataques con jeringa se enfrentaron hoy a la policía china en Urumqi al día siguiente de unas multitudinarias manifestaciones en la capital de Xinjiang, sometida a una fuerte vigilancia policial.
Un millar de manifestantes hanes (mayoría étnica en China pero minoritaria en el Xinjiang musulmán) protestaron de nuevo hoy en esta ciudad del noroeste de China de 1.8 millones de habitantes, pese a las grandes medidas de seguridad.
A poca distancia de la gran plaza en la que tuvieron lugar las manifestaciones de ayer y de la sede del gobierno regional, la situación se ganó tensión cuando los policías trataron de arrestar a un han que se había enfrentado a ellos.
La multitud se puso entonces a gritar: «Â¡Libérenle! ¡Libérenle!»
Los manifestantes empezaron a lanzar botellas de plástico contra las fuerzas de seguridad a las que se sumaron rápidamente refuerzos.
Algunos manifestantes incluso reclamaron la dimisión del número uno del Partido Comunista en la región autónoma con gritos de «Â¡Wang Lequan dimisión!».
Wang Lequan, de 64 años, a la cabeza de Xinjiang desde hace 15 años, es presentado por los analistas como uno de los aliados del número uno chino Hu Jintao.
Tras una hora, las fuerzas de seguridad lograron dispersar a los manifestantes.
Pero al poco tiempo, la policía tuvo que dispersar con gases lacrimógenos una segunda manifestación, anunció la agencia oficial China Nuevo, sin dar más detalles.
Ayer, menos de dos meses tras los disturbios de principio de julio entre hanes y iugures (musulmanes de habla turca), decenas de miles de habitantes se concentraron para exigir garantías por su seguridad, tras una serie de misteriosos ataques con jeringa.
Se desconoce lo que contienen las jeringas e incluso si están llenas de algún producto. Las 476 víctimas de estos ataques, según fuentes oficiales, no parecen haber sido contaminadas ni infectadas.
Las autoridades anunciaron la detención de 21 personas vinculadas con estas agresiones, pero no se ha retenido ningún cargo contra ellas, declararon nuevas víctimas.
Hoy, tres de ellas presentaron una demanda en una comisaría de Urumqi. Dos habían sido agredidas a principios de hoy.
«Era un uigur, estoy segura», explicó Liu Yan, una mujer de 21 años, que resultó herida en la mano izquierda cuando se encontraba en el exterior de una tienda de alimentación situada en un hospital.
Cerca de donde tuvo lugar la manifestación de hoy, en su tienda de jade, un han, Wang Jinren, estimó que las autoridades no habían sido lo suficientemente eficaces desde las violencias étnicas de principios de julio en Urumqi, que dejaron 197 muertos, sobre todo hanes agredidos por los uigures, la etnia mayoritaria en la región.
La violencias interétnicas estallaron en Urumqi el 5 de julio cuando los uigures se enfrentaron con violencia a los hanes.
Los días siguiente, hanes armados con palos de madera y palas salieron a la calle para vengarse, pese a un imponente dispositivo de seguridad.
Jiang Ye esperaba a un amigo en la estación de Urumqi cuando sintió un dolor en el brazo izquierdo, convirtiéndose en una de las centenares de víctimas de los misteriosos ataques con jeringas en Urumqi, la capital del Xinjiang musulmán, en el extremo oeste de China.
«Esto sucedió el miércoles, venía a buscar a alguien que venía en tren (…) y de repente sentí un fuerte dolor», cuenta esta mujer de 36 años, entrevistada a la salida de los servicios de enfermedades infecciosas.
Según difundió la televisión china a comienzos de semana, más de 470 personas fueron víctimas de agresiones con jeringas en la región de Xinjiang desde «el 20 de agosto».
Urumqi ya había conmocionado a todo el mundo a comienzos de julio por los disturbios interétnicos entre los hanes (etnia mayoritaria en China) y los uigures (musulmanes de habla turca) que causaron al menos 197 muertos según el cómputo oficial, pero «muchos más», según la oposición uigur en el exilio.
No vi nada, «recuerdo que había uigures cerca de mí en ese momento», afirmó.
Al arremangar su camisa en su brazo izquierdo, muestra un hematoma del tamaño de una moneda con una pinchazón en el medio.
«Estoy muy preocupada. El hospital me dijo que no hay ningún problema, pero que también podemos enfermarnos» en los próximos seis meses o un año, señaló.
Su marido, He Zeyong, de 41 años, cuenta que participó en las manifestaciones de ayer, ante la «cólera» por lo que le sucedió a su esposa. «Creí que iba a morir de miedo», dijo.
Ayer centenares de habitantes de Urumqi, según los testigos, salieron a la calle para exigir más seguridad a raíz de agresiones con jeringas contra diversas comunidades étnicas de Urumqi.
«Estamos confiados por que ahora el gobierno tomó medidas para garantizar la seguridad», aseguró este hombre, que junto a su mujer tiene un pequeño almacén de frutas y verduras.
Según la oficial agencia China Nueva, ninguna de las víctimas de los pinchazos, fue infectada por alguna enfermedad. Sin embargo, las autoridades no saben qué contienen las jeringas.
Ahmatjan, de 52 años, que trabaja en la Universidad de Xinjiang recibió el pinchazo en la espalda ayer, mientras se dirigía a su casa luego del trabajo.
«Era un joven adolescente uigur. Me hizo mucho daño», cuenta, mientras se queja en la policía.
Funcionarios del hospital le aseguraron que no había nada en la jeringa que usó su agresor. Pero eso no logró calmar los temores de su mujer, Reyihan, de 48 años.
«Dicen que no hay problema y que podremos sanar si luego sucede algo. Pero, ¿qué haremos si es grave? El ya tiene 50 años», comentó.
«Estas personas pueden atacar a cualquiera, incluso a los propios uigures, todo para general el caos en la sociedad. Pero no van a llegar a nada», afirmó.
Algunas de las víctimas interrogadas creen que los agresores utilizan jeringas para sus ataques ya que estas son más fáciles de transportar que palos o armas, en momentos en que la seguridad fue considerablemente reforzada tras los disturbios de julio.