Gracias al apoyo y determinación de todo un equipo, el día de ayer tuvimos la oportunidad de lanzar lo que será la nueva imagen de La Hora por los próximos años y en esta casa editora estamos muy contentos porque seguimos innovando y sentando las bases para, primero Dios, arribar al centenario (en un poco más de 6 años) de una manera sólida, pero sobre todo comprometidos con el país, nuestros lectores y el público en general.
pmarroquin@lahora.com.gt
Aún nos falta mucho trecho por recorrer y cosas por corregir (seguimos trabajando en optimizar nuestra plataforma Web) y venimos trabajando en nuevos proyectos que nos permitirán llegar a más hogares de tantos guatemaltecos, que como nosotros, quieren y sueñan con un mejor país, pero lo que nunca cambiaremos es nuestra determinación para ejercer un periodismo que privilegia la honradez y la ética por sobre todas las cosas.
Yo he tenido la oportunidad de tener un padre, que además de ser mi amigo y jefe, ha sido un maestro que como a muchos periodistas del gremio, me ha dado las mejores lecciones de vida y del periodismo y que me ha enseñado a trazar una línea bien clara entre lo que es la franqueza sin caer en el abuso, la determinación sin caer en la insolencia y la honradez que siempre abre más puertas de las que cierra.
Somos un medio familiar que cuenta con el apoyo y el orden de mi madre y mi hermana y en el que otro de mis hermanos también tuvo la dicha de dirigirlo. Somos una entidad en la que hemos participado cuatro generaciones, “los Marroquín de La Hora” y en la que sus únicos accionistas son mis padres hasta el día que estén aquí con nosotros para que luego los hijos sigamos la encomienda.
Y digo lo anterior, porque además del deseo de Clemente Marroquín Rojas de que La Hora fuera Tribuna y no Mostrador, nos convertimos en el decano de la prensa independiente y nosotros deseamos que los lectores sepan que respondemos únicamente a lo que de manera honesta, consideramos que es lo mejor para nuestro país y su gente aunque, sabemos que no somos dueños de la verdad absoluta y que, como humanos, en ocasiones nos podemos equivocar.
Deseamos seguir siendo siempre el medio que es sinónimo de independencia, una tribuna a la que todos tienen acceso y cuyo único requisito es que luchemos por erradicar los males de nuestro país. En La Hora, la familia no solo se compone de mis padres y hermanos, sino además está conformada por colaboradores comprometidos consigo mismos, con sus familias y con el país y con los que libramos esta batalla que es tan complicada como apasionante.
Para nosotros es vital que usted, estimado lector, sepa y sienta que si algo lo lee en La Hora es porque así pasó y que si hacemos una publicación de un reportaje o similar, es porque estimamos que con ello (además de informar) podemos aportar un grano de arena para sacudir un sistema que está diseñado para fomentar la corrupción, cimentar la impunidad y negarle las oportunidades a los millones que las piden a gritos.
Como bien dice mi padre, el periodismo en La Hora es mucho más que un simple negocio; es una forma de vida que se ha convertido en una labor que a veces nos llena de alegría y otras de frustración, pero que siempre nos deja ese deseo de lucha y fe, que mantiene vivo el sueño de ver la Guatemala que hemos anhelado todos.
Estos 93 años y la antesala al centenario no sería lo mismo sin usted, sin su fidelidad, sin su interés y su reconocimiento a un periodismo que crece en base a la sinceridad, a la objetividad, a la diversidad de opiniones y en base a una denuncia constante de un sistema que solo cambia de nombres, pero no de mañas y mañosos.
Muchas gracias por su preferencia y le prometemos seguirnos entregando a la causa de tener un mejor país, con menos corrupción y más oportunidades.