El presidente kirguís, Kurmanbek Bakiev, firmó el jueves una nueva Constitución que limita sus poderes, adoptada la víspera por el Parlamento y que tendrá vigencia de forma inmediata, tras una semana de crisis política y de manifestaciones en las calles de Biskek.
«La firma de la nueva Constitución de la República kirguisa es el resultado del acuerdo entre las diversas fuerzas políticas, y un paso adelante hacia la democracia en nuestro país», declaró Bakiev durante el acto en el que suscribió la nueva Carta Magna.
Según lo establecido por el nuevo texto, el presidente pierde una de sus prerrogativas esenciales: la nominación del gobierno. En adelante será el Parlamento quien tendrá esta potestad.
Asimismo, el jefe de Estado tendrá limitado su poder para disolver el Parlamento.
En la plaza situada frente a la sede de la Presidencia, donde la oposición se manifestaba día y noche desde hacía una semana, las tiendas de campaña comenzaron a ser desmontadas, y los manifestantes -unos 400 a primera hora de la tarde- se disponían a abandonar el lugar tras celebrarar un concierto destinado a celebrar la «victoria», constató la AFP.
«La plaza será abandonada hoy como muestra de buena voluntad. Es una primera victoria», declaró un portavoz del movimiento de oposición Para las Reformas, Edil Baissalov.
Con la adopción de la nueva Constitución se espera poner fin a la crisis que vivía esta ex República soviética, situada en Asia Central y considerada un país estratégico en la estabilidad de la región, donde Estados Unidos y Rusia disponen de bases militares.
«No hay vencedores ni vencidos. Es el resultado de la cordura del pueblo kirguís. El nuevo texto crea un equilibro» entre todos los poderes, afirmó el presidente.
Sin embargo, Bakiev ha cedido a la presión de la oposición, que reclamaba esta nueva Constitución, tras una semana de protestas que culminaron el martes con enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas del orden.
Después de los enfrentamientos violentos del martes en Biskek, que se saldaron con una treintena de heridos, los diputados de los dos bandos dieron muestras de buena voluntad y de compromiso, y negociaron el texto de la nueva Constitución, que finalmente el Presidente aceptó.
La crisis en Kirguistán se produjo en un contexto de inestabilidad política, provocada por la «revolución» que en marzo de 2005 derrocó al régimen de Askar Akiev y llevó al poder a Bakiev, uno de los líderes de aquel movimiento de protesta.