Nuestro Presidente debió haberse asesorado bien


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Después de haber leído la entrevista que Claudia Torrens le hizo en Naciones Unidas, la que atinadamente Diario La Hora publicó en la página 7 de su edición del 27 de septiembre 2013, una vez más pude percatarme que nuestro Presidente ha estado dejándose llevar de malos consejos en el manejo de una política pública sobre las drogas y que por falta de profundo conocimiento sobre el tema puede provocarle más problemas a Guatemala de los que ya tiene.

Francisco Cáceres Barrios


Pérez Molina declaró en esa entrevista que no se trata de liberalizar sino “que el Estado imponga controles desde la producción hasta la venta”. También dijo saber que las diferencias entre la marihuana, la heroína o la cocaína son muy marcadas. ¿Qué quiso decir con ello, que la marihuana podría ser de provecho para el bienestar de los guatemaltecos?

Los estudios demuestran que la marihuana causa que las funciones mentales de personas consumidoras disminuyan y que afecta las células nerviosas del cerebro y en segundo lugar, que puede causar efectos secundarios indeseables, entre otros, la alteración de la percepción y destrezas motrices, además de pánico, paranoia o psicosis aguda. En otras palabras, la droga también llamada cannabis, yerba, marijuana, hachís o maleza no es ninguna chulada como para no estar describiendo desde ahora mismo en qué podría consistir eso de ponerle controles desde la producción hasta la venta. Si se tuviera duda de lo anterior y de la enorme pugna, como de los problemas derivados que ha causado en los Estados Unidos ¿por qué no se entera de lo ocurrido en California, por ejemplo, antes de aplaudir decisiones tomadas por otros pueblos o países?

Antes de formular ante la ONU una nueva política pública a implantar en su país debió haber planteado “de frente” ante la población, a la que se debe, las proposiciones clara y contundentemente que pudieran tener viabilidad, así como las repercusiones tanto positivas como negativas. Además, debiera demostrar sólidamente que lo propuesto es óptimo, razonable y las posibilidades de lograrlo. Es necesario identificar las restricciones más importantes como los beneficios que pueda traer consigo al fisco, a la administración pública, a la seguridad ciudadana y sobre todo al bienestar de la mayoría de la población. No puede olvidarse nuestro primer mandatario de la obligatoriedad primaria de demostrar coherencia, eficiencia y sobre todo el pronóstico de buenos resultados, los que hasta el momento no se han visto por ninguna parte.

Comprendo perfectamente que nuestro Presidente está muy ansioso de dar buenos golpes de efecto a nuestra población, pero no debiera olvidarse del bumerán que pudiera traer consigo una desacertada decisión gubernativa al país. Para finalizar, no puedo dejar de ser franco conmigo mismo, al dejar de hacer esta pregunta: ¿si este gobierno no fue capaz de hacer bien las recientes reformas a la ley de tránsito, podrán hacerlo con eso de las drogas?