NUESTRA SEÑORA DE BELí‰N EN LA NOCHEBUENA POPULAR GUATEMALTECA


Fernando Urquizú Gómez

Universidad de San Carlos de Guatemala

Nuestra Señora de Belén ha constituido una de las devociones populares más difundidas en el periodo de la dominación española en nuestro medio 1524- 1821, cuyo culto se ha transformado a tal extremo que nos es imposible reconocer sus imágenes en la actualidad, así­ como las tradiciones que generó su culto, razón motiva el presente artí­culo que permitirá traer a la mente los orí­genes y desarrollo de esta advocación mariana, cuyo culto está relacionado con las festividades de adviento. Estas referencias permitirán identificar sus interesantes obras de arte, mal referidas en iglesias y museos de nuestro paí­s y explicar el origen de algunas manifestaciones populares de fe.


El origen de esta devoción lo encontramos desde el Concilio de í‰feso en el año 431, que basado en el Evangelio de San Lucas, que narra la presencia de los pastores, después de la anunciación del nacimiento de Jesús por un ángel, relatando además, que ellos lo encontraron junto a su madre Marí­a y José, ocho dí­as después de este acontecimiento el Niño fue circuncidado y le dieron el Nombre de Jesús.

Conforme fue avanzando la Edad Medí­a después del mencionado concilio el cristianismo católico se fue convirtiendo en la ideologí­a que unificó a Europa, eventualidad que se manifestó en la erección de iglesias con caracterí­sticas similares. Los templos comenzaron a albergar desde entonces los restos mortales de sus seguidores desde los primeros cristianos, mártires, santos así­ como sus pertenencias que fueron adquiriendo un carácter de reliquias.

La propagación del cristianismo hizo que también se fueran ordenando obras de arte con carácter secuencial para explicar la vida, pasión, muerte, resurrección y aserción al cielo de Jesús y la Santí­sima Virgen, las vidas y milagros de santos, mártires y demás miembros de la corte celestial, así­ como de sus autoridades terrenales con el fin de que sirvieran de ejemplo para las masas cada vez más crecientes de creyentes.

En el ámbito de la cultura hispánica la devoción a Nuestra Señora de Belén, cuya obras reconoceremos como una representación de la Santí­sima Virgen sosteniendo al Niño Jesús en brazos, aparece en la ciudad de Córdova, al Sur de España propiciada por el obispo Osorio en el siglo IV.

La invasión musulmana a este territorio hizo de esta advocación una fuente unidad ideológica en contra del avance de la religión islámica en el medio, que alcanzó un punto álgido en el siglo XIV cuando se encontró en las afueras de dicha ciudad una pintura con es esta advocación que se transformó en la patrona de las ermitas de dicha ciudad.

En este contexto Nuestra Señora de Belén pasó a convertirse en una de las imágenes más difundidas de las órdenes religiosas de predicadores de San Francisco y Santo Domingo que apoyaban la lucha contra los infieles al cristianismo. Este sustento alcanzó sus frutos con la expulsión de los musulmanes en el siglo XV por parte de los Reyes Católicos, que recuperaron dicha ciudad para su dominio.

La invasión española iniciada en América Central hacia 1524, determinó el traslado de su ideologí­a, donde Nuestra Señora de Belén ocupaba un papel muy especial como ente aglutinador de los cristianos en contra de los islámicos, principio también explotado polí­ticamente en aquel tiempo en contra de los pueblos indí­genas del Nuevo Mundo, que para aquel entonces adquirieron el status de infieles al catolicismo español, siendo reacondicionado después de las Ordenanzas de Barcelona de 1542 cuando fueron declarados vasallos libres del imperio español.

La correcta comprensión de este factor nos explica fácilmente la presencia desde los primeros tiempos de crecimiento de la ciudad de Santiago de Guatemala en el valle de Panchoy de una ermita dedicada a Nuestra Señora de los Remedios y una escultura de la llamada Virgen de la Leche que aún se conserva en la Catedral metropolitana de Santiago de Guatemala bajo el titulo de Nuestra Señora del Socorro y que según la tradición oral fue traí­da por Pedro de Alvarado.

Ambas advocaciones de la Santí­sima Virgen constituyen variantes de Nuestra Señora de Belén, siendo la primera una representación de su embarazo antes del parto, en donde en algunas esculturas cuentan con un Niño Dios en el vientre de la Virgen, mientras que la segunda se simboliza con una madre amamantando a su hijo.

La clásica representación de Nuestra Señora de Belén, es la de una madre sosteniendo al Niño Jesús en sus brazos cuya devoción fue introducida a nivel local por la Orden de Predicadores de San Francisco, circunstancia que relaciona la antigua escultura de la Virgen de la Leche con el primer obispo de la diócesis de Santiago de Guatemala el licenciado Francisco Marroquí­n quien pertenecí­a a dicha Orden religiosa.

La difusión de la devoción a Nuestra Señora de Belén fue reforzado con la fundación de una Orden Hospitalaria de Belén en la ciudad de Santiago de Guatemala en el Siglo XVII, que originalmente funcionaba bajo las reglas generales de la Orden de Predicadores de San Francisco que la tení­an como su patrona principal, debiendo haber contado con un magnifico retablo en la iglesia de San Francisco dicha ciudad.

Evidencia de esta afirmación la constituye una interesante pintura que nos presenta a Nuestra Señora de Belén que se encuentra actualmente el museo que funciona en una parte restaurada del antiguo convento de San Francisco en la hoy Antigua Guatemala, en la que aparece representada, sobre un paisaje que evoca el aparecimiento y traslado de la pintura original en la ciudad de Córdova, España.

El tamaño de la pintura, permite inferir fácilmente su utilidad didáctica en la enseñanza de dicha advocación como obra principal de un retablo de esta advocación cuya cartela en el museo es identificada equivocadamente como la advocación de Marí­a Auxiliadora, devoción que data del Siglo XIX y no del Siglo XVI o XVII, como temporalidad de la que puede proceder dicha imagen.

El retablo bien podrí­a haber sido completado con otras pinturas como la que presenta la imagen de Nuestra Señora de Belén rodeada de sacerdotes y laicos de distintas í“rdenes religiosas que se encuentra en proceso de restauración en el taller del Consejo para la Protección de la Antigua Guatemala.

En el análisis del crecimiento de esta advocación en el Siglo XVIII, podemos citar la hermosa escultura de estuco que se encuentra en parte superior del arco de la entrada principal de la iglesia de San Francisco de la Antigua Guatemala, que a la vez hace evidente el patronazgo de dicha advocación de esta Orden de Predicadores a nivel local.

Evidencia del culto a esta advocación en el Siglo XIX, la constituye la escultura de vestir del templo Beatas de Belén de la Nueva Guatemala de la Asunción, que contó con una capilla especial en dicha iglesia, lujosamente decorada en la segunda mitad del Siglo XX por el artista Luis Alberto de León, siendo reacomodada posteriormente a finales de este siglo para el culto a Jesús Nazareno.

La fiesta de Nuestra Señora de Belén era conmemorada en el calendario antiguo Romano el 1 de Enero, que se fusionó a nivel local con la del Dulce Nombre de Jesús, antigua fiesta de la Circuncisión del Señor, que rememoraba el dí­a en que se dio nombre a Nuestro Señor con el nombre de Jesús.

Esta fusión de ideas se expresa en el ideario popular con la costumbre de vestir al Niño Jesús del dí­a de Año Nuevo, eventualidad que expresa el tránsito de un recién nacido al de un Niño con la personalidad propia que le da un nombre y que lo entroniza oficialmente en todos los hogares para esperar el dí­a de su presentación en el templo o dí­a Candelaria donde en el brazo izquierdo de la Santí­sima Virgen, ya que el derecho es ocupado por una candela que encendida simboliza el triunfo de la luz sobre las sobras, del bien sobre el mal, que inspirará a los fieles empezar un nuevo ciclo de vida.