
Guatemala no quiere perder gobernabilidad y seguridad en su frontera norte; los “estados de sitio†impuestos por el Gobierno en varias regiones fronterizas con México (Huehuetenango y Alta Verapaz) considerados bastiones del cártel de los Zetas, han dejado resultados, que sin ser exitosos en un ciento por ciento han sido relajantes para la sociedad.
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El estado de Sitio como medida extrema para recuperar el control de dichos territorios, fue tardía pero respondió a la falta de control que campea aún en esa zona limítrofe; pues de hecho se ha permitido que las mafias mexicanas controlen ambos lados de la frontera, sin que haya autoridad alguna que les haga frente.
Al recordar el contenido del cable 245360 generado por WikiLeaks, en el que John Feeley, encargado de negocios de la embajada de Estados Unidos en México advertía a su gobierno que la frontera entre México y Guatemala es tan “dramáticamente porosa†que por ella trafican armas, municiones, personas y drogas. Reportó en ese mensaje que las autoridades aduanales y migratorias de México y Guatemala carecen de infraestructura tecnológica y de personal para regular el cruce legal, por lo que facilita la entrada al país de criminales y terroristas.
En el mismo tenor, el Instituto Woodrow Wilson dio a conocer el desorden que existe en la línea fronteriza entre Guatemala y México, lo que ha permitido que el cártel de los Zetas se haya infiltrado en nuestro país hasta tener presencia hasta en un 60 % por ciento del territorio nacional, lo que le sirve como trampolín para traer droga de Panamá y Honduras.
En muchas ocasiones se ha tratado el tema de la frontera norte, incluso con funcionarios de seguridad estadounidenses y mexicanos a efecto de poner orden y regular los intercambios comerciales y evitar en lo posible los cruces ilegales, tanto de mercancías como de personas, pero… poco se avanzó; por ahí se cuelan delincuentes mexicanos de toda calaña, quienes son los pescadores que ganan con el río revuelto del desgobierno fronterizo.
Las acciones militares ordenadas por el presidente Colom, si bien fueron efectivas en un corto plazo, resultan insostenibles por mucho tiempo, tal y como lo han declarado a los medios de comunicación en el país; por lo tanto se requiere un trabajo conjunto de cooperación entre México y Guatemala, de largo aliento y de fondo, para poner orden allí, de una vez por todas, sin dilaciones ni pretextos.
México desde hace varios años, tiene una lucha particular contra los cárteles de narcotraficantes, y ahora le toca a Guatemala lidiar con ese problema que se trasladó a este país por la vulnerabilidad de sus autoridades. Lo anterior es un problema preocupante, porque el problema es más grande de lo que se quiere mostrar oficialmente; pero como el pueblo es sabio, y es el que lo sufre, comienza a darse cuenta de que cada vez es más difícil ignorarlo además de soportarlo.