Nubes negras


Vamos de mal en peor. La situación que vivimos en estos dí­as, aunque los optimistas opinen que son tiempos de oportunidad (crisis es oportunidad, afirman), la verdad es que mientras éstas se aprovechan, las vacas flacas nos agobian y el agua nos llega hasta el cuello. No sólo se debe pensar en nosotros que, al fin y al cabo, todaví­a podemos dejar de comer carne algún dí­a a la semana, subirnos a los buses o no echarnos los tragos tan seguidos. Hay que pensar en los que ya subviven, subexisten y de a poco se los come la vida.

Eduardo Blandón

Somos un paí­s que cada vez empobrece más y la enfermedad trae consecuencias indeseables. Dejemos a un lado, por el momento, que la pobreza puede acarrear una explosión social, el punto es que el descalabro mundial se paga con vidas y los primeros en cobrar la factura son los niños, las mujeres y los ancianos. En pocos meses, será infalible, veremos más niños con hambre, un ejército de desempleados buscando ocuparse en los semáforos o/y en los mercados informales y un séquito de madres cuyo llanto interno o externo clamará al mismo cielo. La pobreza y la miseria se globalizarán triunfantes frente a unos pocos millonarios que disfrutarán las mieles que el dinero suele ofrecer.

Es este el sistema que hemos construido los seres pensantes del siglo XXI. De balde tanta tecnologí­a, mucha ciencia y exceso de conocimiento porque no las hemos sabido poner al servicio de la humanidad. Lo que priva es el egoí­smo y el deseo de lucrar a cualquier precio. La máxima es el individualismo y el «sálvese quien pueda» en un mundo claramente insolidario. Desde esta perspectiva es que se entiende el comercio de niños, el tráfico de drogas y la trata de blanca. El principio es obtener la máxima utilidad con el menor esfuerzo a cualquier costo.

¿Qué pintamos nosotros, los guatemaltecos, frente a las naciones poderosas? ¿Quiénes somos? ¿Cómo nos consideran? La respuesta es muy fácil: nada. Somos algo, medio pintamos, cuando tienen algún interés de por medio, pero si no tenemos nada que ofrecer somos un paí­s invisible, insignificante e infravalorados. Por eso es que los polí­ticos tienen poco espacio de dominio y sus acciones apenas impactan en la sociedad.

El gobierno de Colom la pasará mal estos cuatro años porque las condiciones mundiales no son las mejores. Es posible que sus intenciones sean buenas (no lo dudo), pero hay nubes negras en el horizonte. Las polí­ticas que ha anunciado últimamente van en buena dirección, claramente evidencian que el gobernante no quiere dormirse en sus laureles, pero la capacidad de significar algo frente a la mitad de guatemaltecos que ya viven en situaciones de deterioro es mí­nima. Es mejor prepararse para lo peor y esperar que el mal clima sólo sea pasajero.

Como las cosas sigan mal, vendrán dí­as de hambre, anarquí­a, corrupción, violencia y tantas cosas mucho peores. ¿Exagerado? Ya veremos. Es en estas circunstancias en que uno quisiera ser un rotundo fracasado y un agorero de pacotilla. Usted ponga su barba en remojo y guárdese junto a los suyos, que si todo va mal, refúgiese en el amor familiar. Esto le hará la carga más ligera.