El mundo está encaminado a una doble recesión que es ya causa de alarma en las bolsas de valores de todo el Planeta. Pese al esfuerzo que se hizo para evitar el colapso con la más grande operación de salvamento del sistema financiero, la reactivación no se produjo, el desempleo sigue muy alto y las condiciones de la deuda, tanto pública como privada, son causa de alarma. Paul Krugman, Premio Nobel de Economía, lo viene advirtiendo prácticamente desde que se agudizó la primera crisis; pero con el ánimo de mantener el optimismo de la gente, muchos expertos descartaron la tesis.
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Hoy en día en Estados Unidos cualquier plática termina en el tema de la crisis económica y lo que se puede esperar para los próximos años. En Guatemala, en cambio, se tiene la misma tesis que hubo en el 2008, cuando las autoridades monetarias de la época dijeron que el país estaba blindado frente a la crisis mundial. Sin duda que ese blindaje era por la existencia de una economía paralela, ajena a la formalidad, que se nutre del dinero del narcotráfico y el crimen organizado y que es capaz de convertirnos en una isla. Mientras los mercados de inmuebles en todo el mundo sufrieron ajuste, en nuestro país los precios siguen al alza y no hay señal de que puedan sujetarse a esa rebaja que se produce cuando estalla la burbuja inmobiliaria.
La burbuja de Guatemala está blindada y los chapines seguimos pagando por las propiedades inmuebles precios altísimos porque los inversionistas no tienen la menor prisa por recuperar el capital. La inversión tenía otra finalidad que ya se cumplió con creces.
Pero en el tema fiscal la crisis mundial sí que tuvo un efecto inmediato con una caída de la recaudación que comprometió al Estado en plena gastadera para financiar la campaña electoral de la candidata oficial. Y por ello los altos y sin precedentes niveles de deuda externa, porque hubo necesidad de recurrir a financiamiento de afuera para mantener el ritmo de gasto impuesto. Según Fuentes Knight, ese gasto del Estado aminoró el impacto de la crisis, pero la verdad real es que en Guatemala bajó la producción y el empleo, pero la reducción de las remesas familiares fue menor a la caída del mercado interno y eso mantuvo al país. Los migrantes fueron y siguen siendo el motor de nuestra economía, apuntalada además por la presencia ostentosa y evidente de dinero del crimen organizado.
No veo que los políticos que ahora se disputan el poder tengan claro ese panorama ni que estén pensando cómo harán para combatir al crimen organizado y enfrentar la crisis económica en el mismo momento. Para su fortuna todavía el tema de las remesas que envían los migrantes será decisivo para nuestro mercado interno que se nutre con tales envíos para mantener fuera de una aguda depresión la actividad comercial.
Pero viendo en Estados Unidos las perspectivas y el pesimismo de la gente, lo mismo de inversionistas como de nuestros compatriotas que trabajan para mandarle dinero a sus familias, uno piensa que en realidad hay que estar más atentos porque ya con el endeudamiento Colom nos dejó en el borde de nuestra capacidad y no podríamos continuar con ese ritmo sin caer en problemas de solvencia como los que tienen en la lona no sólo a Grecia, sino en grave riesgo a Portugal e Italia y por supuesto también al mismo euro, moneda que se las ve a palitos para solventar los irresponsables manejos que se hicieron en algunas de las naciones de la zona que no supieron luego hacer sus tareas y están dependiendo de la ayuda de la región.