Recuerdo esta frase de Pablo Neruda, incluida en su famoso Poema 20 de los “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”. El literato decía: “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.”
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Neruda intuye que con el paso del tiempo, las personas cambian y ello se hace evidente cuando nos reunimos con personas de antaño, o bien cuando pensamos en sucesos lejanos y recordamos cómo éramos y nos sorprendemos cómo hemos cambiado.
Recuerdo eso porque hoy me despido de mis labores en Diario La Hora para emprender nuevos retos de trabajo. Me retiro de todos los vínculos que tengo con este vespertino, incluyendo este espacio de opinión, y nada más me quedará la vinculación sentimental que indudablemente me ha marcado por casi ocho años en esta empresa. Y me pienso hace ocho años, pienso que ya no soy el de entonces.
Yo empecé en Diario La Hora como corrector de pruebas, en donde conocí lo más profundo del quehacer periodístico, los entramados más recónditos de la edición de un vespertino, que a veces ni los mismos reporteros conocen.
Luego, gracias a José Carlos Marroquín, que por entonces era el Editor General de La Hora, me ofreció la oportunidad en el equipo de Redacción. Recuerdo que no tenía ni la más mínima idea de qué era lo que tenía que hacer. Pero gracias a Eswin Quiñónez, el Jefe de Redacción de entonces, y a mis compañeros reporteros, aprendí muchas cosas.
Para entonces, en 2005, La Hora era muy diferente. Aún se publicaba en blanco y negro, con excepción de la portada y las dos páginas centrales, y la página de Internet era estática, pues se limitaba a copiar los contenidos de la edición vespertina, y no daba oportunidad al lector de comentar las noticias. Las convocatorias de prensa usualmente llegaban por fax, los cables internacionales por medio de una antena y el correo electrónico era una herramienta que bastaba con consultarla cada tres días, porque difícilmente alguien recibía información por esa vía.
Poco a poco vinieron las innovaciones, varios cambios de formato, la edición a todo color y dos cambios en el formato de la página Web, que la hicieron más dinámica, además del uso de las redes sociales. En estos ocho años, la tecnología ha permitido más innovaciones en la producción periodística y todos esos cambios me tocó vivirlos y ser parte fundamental para implementarlos.
Y ahora que dejo estas labores, me doy cuenta de los cambios vividos y padecidos, y caigo en cuenta de que nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos, como decía Neruda. Hay un viejo refrán que recomienda que debemos dejar los lugares mejor de como los encontramos, y pienso que en el paso de estos ocho años Diario La Hora es mejor de como era cuando yo ingresé, y me siento satisfecho por haber colaborado con esta evolución.
Pero también me doy cuenta de que no solo Diario La Hora mejoró. Yo mismo me siento mejor persona y doy gracias a este periódico por haberme acompañado en esta evolución. En el cambio que siento más evidente, es que yo ingresé a esta empresa siendo soltero, y ahora salgo establecido con una bonita familia con esposa y dos hijos.
Agradezco a los lectores por haberme acompañado en estos ocho años, y les aseguro que, en el momento de escribir y planificar las noticias, los imaginaba leyendo La Hora y de cómo podrían reaccionar ante los textos. También agradezco a todo el personal de La Hora, porque todos somos importantes para la producción de un periódico y agradezco la confianza y el cariño que particularmente me tenían algunos. En particular, agradezco al equipo de Redacción de La Hora, a los actuales reporteros y a todos los que eventualmente pasaron por esta sala de noticias.
Y especialmente también agradezco a toda la familia Marroquín, encabezada por don Oscar Clemente, quien ha sido la presencia constante en este periódico, no solo para liderar el esfuerzo, sino para tomarse el tiempo para ser mentor y forjador de periodistas críticos. También a doña María Mercedes, por la cercanía no solo en lo laboral sino en lo personal, así como el acompañamiento más reciente de Pedro Pablo.
Le deseo a La Hora larga vida y que los lectores encuentren en ella un espacio para un análisis crítico de la situación del país. Hasta pronto.