Nos toca hablar


La libertad de opinar públicamente sobre nuestra sociedad, como un ejercicio democrático, resulta un derecho muy limitado. Esta libertad ha sido mediada y controlada casi exclusivamente por nuestra conservadora élite empresarial. Además, dicho sector ha ejercido la libertad de expresión a su gusto y conveniencia, mediante el ejercicio de la «libertad de empresa», que es la que en la práctica determina la utilización de los espacios masivos de comunicación.

Juan Pablo Ozaeta

Los monopolios y oligopolios en la propiedad de los medios de comunicación han sido el impedimento principal para que la ciudadaní­a, en especial los sectores populares, puedan expresar su crí­tica y su disensión.

Las cúpulas de poder económico en el ejercicio de «libertad de expresión», gracias a la «libertad de empresa», tienen carta abierta para transmitir su ideologí­a a la población, así­ como para ejercer la «libertad de insulto». Para muestra leer la columna del actual presidente del CACIF, quien nos llama «trogloditas» y nos enví­a mensajes de «búsquense un chance decente» a quienes promulgamos la Reforma Agraria Integral y la soberaní­a alimentaria para nuestros pueblos (Prensa Libre 02/10/07 – por si acaso). O pí­danle a Dionisio Gutiérrez copia del programa Libre Encuentro, con el ex embajador venezolano, y vean como se refiere a él y su Gobierno. O como es juez y parte en los debates e interrumpe cuando no coincide con las posiciones. O como tilda de «payasos» a los gobiernos sudamericanos de izquierda en las columnas que publica en diferentes medios.

Difí­cilmente podrí­a cualquier comentarista expresarse así­ y mantener su espacio en los medios. Porque por supuesto, ni somos dueños ni ejercemos una fuerte influencia en los medios. Pero la pregunta es: ¿esta forma de libertad de expresión, es realmente democrática?

Pienso que no. Sin embargo, nuestra sociedad está empezando a ver cambios. Los paí­ses del continente tienen otra correlación de fuerzas. La lucha por el derecho humano a la comunicación, y por la democratización de los medios, impulsada por grupos de la sociedad civil, incluso con la presencia en el paí­s de relatores de la libertad de expresión de organismos internacionales, pareciera que ha dejado resultados. Ahora podemos ver en las columnas a comentaristas de más diversos sectores, académicos y periodistas con nuevos enfoques, a grupos sociales y a nuevas generaciones que hacen nuevos contrapesos.

Aún falta mucho por cambiar, pero este avance es esencial en la búsqueda de una verdadera democracia. A la población también nos corresponde tomarnos la palabra y hacerla valer. Debemos exigir nuestro derecho de opinar y disentir, lo cual también requiere demandar el libre acceso a la información y la investigación; que nos ayuden a opinar con responsabilidad.

Es por esto que decidí­ tomarme la palabra en este espacio semanal de La Hora. Agradezco a este vespertino la oportunidad y la apertura a nuevas voces.