Y no es cuento. Se los juro que es cierto. Ni el optimismo más grande de los grandes que nadan en la opulencia de sus riquezas, ni aquel, humilde que está soportando el agua sin techo que lo cobije o Cohesión Social que lo ayude puede negar esta verdad tan grande como los cielos infinitos y ahora negros, que dicen que Dios nos ha mandado. Si es cierto, por algo será, lo jodido es que siempre se afecta a los de abajo, los que reciben los desperdicios e inmundicias de los que están arriba y que allí seguirán hasta la consumación de los siglos, como dicen que dijo.
 Pero no sólo la gente o los animales se mueren. Se muere el amor de golpe, de trancazo, se muere hasta el olvido y se mueren las palabras y aunque a veces dan ganas de cerrar la boca, las balas que a diario disparan no hacen preguntas y matan a cualquiera. Y los que no asesinan, roban y los que no roban, violan y los que no violan, hurtan y los de más allá descuartizan como a coches a la gente.
  Y ya se murió el respeto a todo, hasta a la vida misma, hasta al niño mismo, hasta el anciano o a la anciana. Se está muriendo Guatemala a pasos agigantados, mientras nos gritan con voz gangosa ¡AGUANNNNTENSE! y dignifiquemos dictadores y pongamos caras hoscas e insultemos y maltratemos que para eso nacimos. No queda de otra. Una vez una señora escribió a esta columna que por qué no empleaba menos «malas palabras»: ¡PORQUE YA NO QUEDAN DE OTRAS DOí‘ITA, PORQUE A LAS BUENAS PALABRAS, CON TODO LO BUENOS QUE TENíA GUATEMALA YA SE LO LLEVARON AL BARRANCO DEL OLVIDO. Deshogase usted, desahoguémonos todos aunque sea quedito, para que no nos traten de malcriados. Que la bilis acumulada por siglos de latrocinio ya no sólo nos la traguemos. ¡NO SE AGUANTE: GRITE HOY QUE YA SE MURIí“ NUESTRA PATRIA QUE YA Sí“LO QUEDAMOS VIVOS LOS QUE ESPERAMOS PARA MORIRNOS!!!
 Se fueron con los azacuanes los buenos tiempos y se quedaron solo los malos con los malos políticos, con los malos empresarios, con los malos criminales, con los malos mareros, con los malos ladrones, con los malos narcotraficantes, con los malos jueces, con los malos abogados, con los malos médicos, con las malas instituciones, con la maldad, malditamente maldiciendo maldades….. Así es la cosa. ¡ASí LA TENEMOS QUE AGUANTAR MIENTRAS TODOS LOS QUE ESTíN ARRIBA ESTíN BIEN A DIOS GRACIAS.
  Nos estamos muriendo de nuevo. La historia nos mató hace rato y ahora nos volvemos a morir. Los niños desnutridos se van luego. Los que tenemos para comer nos tardamos, si una bala no dispone otra cosa. Y las «autoridades». Sí, esas, siguen gozando de la vida, pero de la buena, de la verdadera, de la que les da felicidad de una buena casa, de buen pisto, de guaruras que los cuidan como niños de pecho, que van de paso viendo cómo en las orillas de carreteras, de montañas, de barrancos, la gente se queda muerta de verdad.
 El espíritu se murió y si alguien aún tiene viva la conciencia la esconde porque le da vergí¼enza mostrarla. Los valores de antes, de aquellos viejísimos tiempos no duraron como Matusalén, se fueron en el diluvio universal para jamás volver. Solo los fariseos sobreviven y allí están refugiados en palacios de falsas oraciones y falsos lamentos mientras se empinan lo mejor que el Señor les da. ¡Que les aproveche y aguántese pues, qué remedio.
  Y si alguien duda de mis palabras, que les pregunten a Víctor Manuel Troccoli, Víctor Manuel Asturias y íngel González que en tres meses se murieron allá en su querida Antigua, antes que esta peste malévola nos alcance a todos. Descansen verdaderamente en paz ellos, que sólo paz dieron. Así sea.