Norma Cruz, una luz de coraje


Durante dos décadas he sido testigo privilegiado de que todo aquello que la mano de Norma palpa germina con buenos frutos. Por amigos comunes, entre ellos Myrna Mack y Antonio Puac, coincidimos en las oficinas de Confregua. Menuda, de voz suave, segura de sí­ misma, se destacaba en los cí­rculos religiosos por su tenacidad en el trabajo, por su capacidad de autocrí­tica y responsabilidad en tomar decisiones. Siempre ha tenido una visión de largo plazo, una capacidad de organización por decir lo menos impresionante.

Ronalth Ochaeta

Una mujer de ideas democráticas, autodidacta. Cuando le conocí­ recién regresaba del autoexilio. Me impresionó su historia estudiantil. Más aún, entender cómo un Estado represivo pudo ser capaz de quitarle su identidad, a falta de satisfacer su frustración de no haberla desaparecido o quitarle la vida. Cuando volvió al paí­s, Norma encontró que no tení­a partida de nacimiento, no poseí­a cédula de identidad, y su expediente en el Ministerio de Educación habí­a desaparecido. Es decir, para los regí­menes de la época no nació, nunca estudió, y tampoco podí­a reivindicar su identidad guatemalteca. Una muerte civil.

Quienes le conocí­an le apoyaron. A mediados de los años ochenta, monjas del colegio Belga y religiosos del Sagrado Corazón la incorporaron a Confregua desde donde impulsó y acompañó la organización de importantes movimientos cí­vicos y campesinos. Acompaño muy cerca el retorno de miles de refugiados guatemaltecos en México y Honduras. Su firmeza y convicción por lo que considera justo la lleva a tomar decisiones arriesgadas para su seguridad y salud. Cito, entre otros, la huelga de hambre que por semanas mantuvo en la puerta principal de casa presidencial reivindicando tierra para desplazados internos, la innovadora e impactante campaña de cunas vací­as en protesta por las masivas y descontroladas adopciones de niños y niñas.

Madre soltera, llevó con dignidad su necesidad de alimentar y proteger a sus hijos. En medio de espacios extremadamente inseguros se aferró y permaneció viviendo con ellos en un sector de la zona 1. Incomprendida por algunos, admirada por otros, su sensibilidad social y solidaridad siempre está con aquellos que fueron y continúan excluidos. Su historia personal la hace cofundadora de la Fundación Sobrevivientes.

Ajena a pretensiones materiales, sencilla en su trato, Norma es un icono, comparable quizá -salvando la diferencia generacional- con Don Alfonso Bauer Paiz. Dos personajes con claridad de pensamiento social y humanista, amantes de la libertad, incólumes, sin dobleces de ninguna naturaleza.

De la adversidad, Norma siempre saca fuerza y sortea obstáculos. Una madre ejemplar, una luchadora social que inspira y alienta esperanza de una Guatemala mejor. Es una luz que alumbra, como la que irradian otras tenaces mujeres que aún luchan por justicia, por reivindicar el buen nombre de sus seres queridos, por que sus familiares vuelvan a casa, (…) o encontrarlos para darles aposento.

El reciente reconocimiento que recibió como mujer de coraje, de manos de otra gran mujer universal, Hillary Clinton, debe ser comprendido como un aliento a todas las mujeres guatemaltecas que, en silencio y como luciérnagas alumbran la noche, y acompañan a tejer historias de vida y esperanza para romper el dique de impunidad. Norma y Fundación Sobrevivientes son lustrina para tejer una Guatemala distinta.