Luego de analizar, en las columnas pasadas, el entorno de violencia en que vive la juventud, y después de ver con cifras frías las pocas posibilidades sociales y económicas de desarrollo para las nuevas generaciones, es importante reflexionar qué podríamos hacer a corto y mediano plazo para alejar a la juventud del clima de violencia.
Señalé en pasadas oportunidades la necesidad de trabajar por un mejor sistema de educación, salud, trabajo y vivienda para alejar a la juventud del ambiente de violencia. Pero poniéndonos en los zapatos de la juventud, esto no basta.
La mayoría de veces, como sociedad analizamos los magros resultados de los gobiernos en estas materias. Pero pocas veces revisamos lo poco que se trabaja por espacios de esparcimiento y de expresión juvenil, que a mi criterio son una de las mejores armas de seguridad preventiva. Pero nos cerramos ante la posibilidad de potenciar estos espacios.
Así lo reflejó la encuesta lanzada la semana pasada en La Hora, en relación a nuestra participación en los Juegos Olímpicos. Se preguntaba a los lectores y lectoras si creían importante seguir invirtiendo en la participación de deportistas nacionales en eventos como este. La inclinación hacia el «No» fue amplia.
Creo que esta respuesta fue motivada por la desilusión de nuestro bajo desempeño deportivo. Sin embargo, pienso que en la respuesta se piensa poco en que la inversión en el deporte va más allá. Es un arma contra la violencia.
Las instancias encargadas de la promoción del deporte en Guatemala juegan, o deberían jugar, un papel importantísimo para la juventud; pues su trabajo parte desde la promoción del deporte en el nivel escolar, y de ahí a nivel de federación, con asociaciones en los 22 departamentos. El último eslabón de esta cadena es el nivel de competición olímpica.
Conversando con quienes conocen estas instancias me señalan que no en todas las disciplinas deportivas se tiene asociaciones departamentales. Es un indicador que no hay suficiente cobertura. Sin embargo, se ha señalado que Guatemala tiene el mayor presupuesto para deporte en Centroamérica. Aunque, por ejemplo, El Salvador tuvo mejores resultados en Juegos Olímpicos que nuestro país. La razón principal ya la saben: los malos manejos y la corrupción de quienes están al frente de las instituciones.
Por otra parte, supe también que una de las federaciones deportivas con más cantidad de jóvenes es la de judo, cuya participación es primordialmente de jóvenes de áreas marginales. Algunas explicaciones que me dieron es que a través de este deporte, que requiere mucha fuerza, la juventud libera energías y canaliza sus sentimientos de violencia.
Este panorama fue el que me hizo darle el título a la columna. No seamos tan cuadrados y miremos sólo lo que es urgente y serio, sin ponernos en los zapatos de la juventud. Y apostémosle también al deporte y el arte, que entre otros beneficios, es una medida efectiva de seguridad preventiva. A nuestra clase política, esto no le suma tantos réditos y por eso no lo priorizan. Por ello debemos exigirlo.