Quedó ampliamente demostrado por la más amplia y legítima de las encuestas -Elecciones 2007- y no por otra que pueda ser calificada de manipulación en su elaboración o en su interpretación, que a través del voto en blanco y nulo, la población manifestó su desacuerdo con el pobre y ruin funcionamiento del Congreso de la República, sin embargo, sus diputados hacen de las suyas sin rubor, vergí¼enza o delicadeza alguna. ¿Cómo va a ser posible que se jacten de tener «ahorros», cuando todo el mundo sabe de sobra que ellos mismos se autorrecetan su presupuesto con el único objetivo de satisfacer sus intereses personales? Las evidencias de gastos excesivos preparadas por doña Nineth volvieron a surgir. Van desde más de Q10 mil diarios para pagar celulares; Q9 mil para teléfonos fijos, Q14 mil para alimentos y hasta Q4 mil para combustibles.
En tales condiciones, ¿alguien con dos dedos de frente podrá asegurar que nuestro sistema democrático está siendo eficaz? Si es cierto que democracia significa predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado ¿por qué tanto malo sigue inalterable en nuestro país, ya sea que gane las elecciones la mano aguada, la dura, la paloma, el conejo o el mono? Triste es tener que reconocer que el caso del Congreso es tan sólo uno de tantos que cada día nos hace pensar si es cierto que la bendita democracia pueda ser la panacea que tanto añoramos para solucionar nuestros problemas.
De actualidad también está el ejemplo del aumento de precio a los combustibles, que por ser vitales resulta ser pivote fundamental para la economía de la gran mayoría de guatemaltecos. Y es que estúpidamente, como nos pasa a todos frecuentemente, por un momento confié en las declaraciones de un funcionario de Estado. La señora Ministra de Energía y Minas declaró a los medios de comunicación que nuestra capacidad del inventario de combustibles era de 4.5 millones de barriles lo que permitía abastecer a la nación por 45 días. Sí, dijo Juan Baboso y me quedé tranquilo con la esperanza de que los precios no subirían sino hasta cumplido dicho término pero, cuál no sería mi sorpresa, que al día siguiente, las gasolineras tenían el precio por galón de las gasolinas encima de los 30 desplumados quetzalitos.
Por ello insisto en preguntar, a pesar que nadie me responde, ¿cuánto más tiene rato de estar percibiendo el Estado en concepto de impuestos debido al alza en el precio internacional del barril del petróleo? ¿Es que viendo los trapos de cucaracha en que estamos, será mucha molestia ponerle coto a ese desmesurado incremento de ingresos? ¿Tanto cuesta ponerse en los zapatos de la gran mayoría de guatemaltecos, que vaya si no tiene rato de estar pasando las de Caín?