Ahora que ha pasado la catástrofe, que casi sacudió todo el país, donde murieron muchas personas que es lo más lamentable, es momento de que Guatemala inicie su reconstrucción y para un futuro estar preparada para problemas como son los azotes de la naturaleza.
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Lo que he escuchado en la calle sí que es un egoísmo muy fuerte. He escuchado decir que todo vuelve ya a su normalidad. Me pregunto ¿y las personas que se quedaron sin vivienda, sin sus seres amados? Es lamentable decir que todo ha vuelto a la normalidad, mientras miles de hermanos guatemaltecos de las poblaciones se quedaron en la calle. La vida de pobreza que vivimos como lo dijimos en un Fiat anterior quedó más visto con los desastres naturales del Pacaya y la tormenta Agatha. Aunque para aquellos que visitamos o hemos vivido en la provincia guatemalteca, la vida allí si que es de mucha pobreza, hay poblaciones donde los campesinos e indígenas viven como hace 25 años donde se palpa la pobreza y el olvido que se les mantiene aún. Lo que sucedió esta vez, ojalá para el próximo gobierno que llegue, le dedique más atención a esta gente que también son guatemaltecos y que viven en esta tierra. Es tanto el olvido que se sabe que existe, pero como las autoridades sólo se dedican a realizar política partidista cuando llegan al poder continúan con su discurso que solo son babosadas. Guatemala necesita líderes que le quiten el maquillaje a este país y emprender una lucha por trabajar con el pueblo dándole solución a tanto problema de pobreza que por muchos años mantienen al indígena muy olvidado. No es con estarles regalando dinero que se ha a solucionar estos problemas, tienen que hacer conciencia que en pleno siglo XXI ya no se engaña al pueblo. El país necesita de hombres que de verdad amen su suelo patrio y ante todo no tener oídos sordos y hacerse de la vista gorda ante los hechos que sabemos que existen y que lamentablemente tiene que llegar una tormenta para descubrir la forma de vida del guatemalteco, máxime en los departamentos de la República. Nada volverá a la normalidad, si no se empieza a preocupar por darle al guatemalteco mejores condiciones de vida. Hay tantas formas de hacerlo, pero se necesita gobernantes con corazón de tierra morena, para que el amor los haga vislumbrar un panorama que prometa un presente y un futuro donde las personas sean dignas de vivir. Guatemala es un país de hombres trabajadores que lamentablemente por malos gobiernos la violencia se ha desatado en una forma tan cruel, que ya no se tienen valores. Y cómo se van a tener valores se preguntan muchos, si los gobiernos sólo haciendo clavos viven y propiciando continuar en la «guayaba» para enriquecerse más y olvidarse de la garantía de seguridad de los chapines y de todos los que viven en esta tierra morena. No es justo que la vida del guatemalteco ande por los suelos, porque ahora que pasó estos desastres de la naturaleza, se volverá a continuar con el mismo trajín de vida. ´ Los medios de comunicación , dando las noticias de la continua violencia, la canasta básica por las alturas y muchas otras situaciones que hacen de la vida del guatemalteco vivir en un maquillaje que sólo eso es, porque es seguro, que luego que pasó la tormenta, se va a poner aplicar lo que dice que el Lo que viento se llevó y la vida tiene que continuar con un egoísmo que se van a esperar a que venga otro desastre de la naturaleza, para salir en los medios de comunicación abrazando y dando discursos que son lamentables en una población que ya está cansada de tanta mentira y ante todo de falta de progreso en el país. Lo de la tormenta nos demuestra que necesitamos de buenas autoridades en el futuro, de un Presidente que de verdad ofrezca que el país va salir adelante y ponerse a trabajar en zonas donde la calamidad es latente tal como lo hemos visto pese a que ya se sabía de la pobreza de los pueblos de Guatemala. Así que si para algunos todo ha vuelto a la normalidad, para los que amamos la vida, no es así hay mucho por hacer y preocuparse por este país, donde la mayor población vive en pobreza y extrema pobreza.