Definitivamente el Gobierno no estaba interesado en aprobar el presupuesto que el Ministerio de Finanzas Públicas elaboró para el año próximo, porque está más que demostrado que cuando el oficialismo quiere que algo sea aprobado en el Congreso, junta los recursos para asegurar los votos y cuenta con suficientes apoyos de los miembros de las más variadas bancadas. Por eso la no aprobación de un presupuesto general de gastos para el año entrante significa ni más ni menos que para el oficialismo resulta más conveniente trabajar con el de todos modos abultado presupuesto de este año, grande no tanto en cantidad cuanto en el déficit final.
Y como quien no quiere la cosa, de una vez nos dijeron en el proceso qué era lo que iba a pasar, culpando a la oposición como si no supiéramos que ellos tienen los recursos para asegurar los votos en lo que les conviene, como los préstamos aprobados aun en medio de la más extensa crítica social. El presidente Pérez Molina nos dijo que sería más difícil realizar fiscalización y auditoría de los gastos del Estado porque las transferencias complican cualquier esfuerzo por seguirle la pista al gasto público. Y la Vicepresidenta ya nos advirtió que el listado geográfico de obras será dispuesto por ellos, sin participación de los diputados, lo que significa que el pastel será repartido de acuerdo con los intereses políticos del Gobierno.
No es, en el fondo, que la cosa vaya a cambiar mucho, puesto que con o sin presupuesto no tenemos fiscalización digna de tal nombre y con o sin presupuestos, se hace chinche con los dineros públicos mediante el listado geográfico de obras que no responde a las necesidades de cada departamento, sino que a los intereses de cada uno de los diputados involucrados.
Con la falta de aprobación del presupuesto cierra uno de los más pobres períodos de la historia legislativa del país, no obstante que el presidente del Congreso dijo en algún momento que con la aprobación del acuerdo con Europa se había salvado el año. Pobres ambiciones de interés nacional las de quien será recordado sin duda alguna como uno de los menos competentes entre todos los diputados que han presidido el Congreso y eso sí que ya es mucho decir porque hemos tenido cada espécimen que espanta.
El Gobierno entendió, por lo menos, que necesitaba a alguien menos ingenuo, más astuto y políticamente competente, porque otro período legislativo como el de este año puede ser la puntilla para el sistema democrático mismo porque si el Congreso sigue siendo lo que ha sido hasta ahora, no hay forma de rescatar la institucionalidad.
Minutero:
Ya estamos advertidos
que será difícil el control
de los fondos repartidos
como si fueran pozol