«No, por homosexual»


«Estoy orgulloso de todos los jóvenes gay y lesbianas que se aferran al sueño de construir un ambiente sano y seguro para sí­ mismos.»

Brian McNaught

«Â¿Cuál es su preferencia sexual?» La pregunta sorprendió un poco a Herbert, sobre todo porque se la hicieron en una entrevista de trabajo para optar a una plaza en el Programa de Discapacidad de la Secretarí­a de Bienestar Social de la Presidencia de la República. «Ya sabe… -le aclararon-, los papás nos confí­an a sus hijos, que son sus más preciados tesoros.» Herbert, que además de ser homosexual, es sincero, no se negó a contestar que él, hombre, prefiere compartir sus sentimientos de pareja y su sexualidad con otro hombre.

Ricardo Ernesto Marroquí­n
ricardomarroquin@gmail.com

Como en toda entrevista de solicitud de trabajo, le ofrecieron llamarle para confirmarle la plaza. Efectivamente, recibió la llamada al dí­a siguiente, en donde le informaron que su currí­culum era el mejor que se habí­a presentado, que no dudaban que era la persona más idónea para asumir la plaza… que si no… por ser homosexual, no se la daban. «Es que el trabajo es con niños», le subrayaron.

Herbert, de 29 años, logró terminar la carrera de Educación Especial y Psicologí­a General en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Para obtener el tí­tulo, únicamente le hace falta terminar su informe del Ejercicio Profesional Supervisado (EPS) que realizó durante un año con la población de Ixcán, El Quiché, atendiendo a ví­ctimas y familiares del conflicto armado interno. Su trabajo fue evaluado favorablemente y le pidieron que se quedara a terminar el proyecto, por lo que decidió trabajar tres meses más sin goce de salario. Durante varios años, mientras estudiaba en la Usac, Herbert trabajó en una guarderí­a, atendiendo a niños y niñas con capacidades especiales. Nunca habí­a sido ví­ctima de discriminación y exclusión por su preferencia sexual, información que comparten su familia y amigos, quizá por eso el golpe fue duro.

Basados en la creencia que las relaciones sexuales únicamente sirven para la reproducción, la homosexualidad, que obviamente no puede generar tal suceso, es negada y condenada. Además, en una sociedad en donde se imponen modelos de conducta como única forma valedera y aceptada, la sexualidad es quizá la caracterí­stica humana que más se reprime.

Esta represión se apoya en un discurso construido desde la visión totalizadora de la heterosexualidad. ¿Por qué llamar a Herbert y señalar su preferencia sexual como obstáculo para su desempeño profesional? Más que una aparente «pena» y «consideración» de la Secretarí­a de Bienestar Social, parece un castigo contra una de las caracterí­sticas de su personalidad. ¿A qué heterosexual, hombre o mujer, se le ha negado el derecho al trabajo por la manera en que ejerce su sexualidad?

Indiscutiblemente la coyuntura de la Iglesia Católica también ha reforzado esta postura y en vez de procurar una sociedad más abierta, en donde se respeten las diferencias, sus voceros únicamente acentúan el discurso excluyente. Un claro ejemplo de ello, son las declaraciones del «vice Papa», el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado del Vaticano, al asegurar que «muchos psicólogos y muchos psiquiatras han demostrado que no hay relación entre celibato y pedofilia, pero muchos otros han demostrado, me han dicho recientemente, que hay relación entre homosexualidad y pedofilia». Estas palabras que demuestran una clara postura homofóbica y una ignorancia al lí­mite, se interioriza y se reproduce en varios espacios sociales. Lo sucedido en la Secretarí­a de Bienestar Social es un claro ejemplo.

¿Por qué negar el derecho al trabajo a un hombre homosexual? ¿Peligro de abuso y violación sexual? Aunque el número dos del Vaticano lo asegure, esa relación es errónea. Además, en la mente de muchas personas, todaví­a revolotea la relación de la homosexualidad como una enfermedad mental. Así­, con una idiotez exagerada, se piensa que un niño o niña, si tiene un maestro, una madre o un padre homosexual, también lo será.

Es necesario cambiar el rumbo en cuanto a la concepción de la sexualidad en nuestra sociedad. Es un asunto de derechos, tanto el ejercicio pleno de la sexualidad, como la oportunidad de tener un trabajo. Es lamentable que pese a los avances sociales en otros paí­ses en cuanto a la diversidad sexual, en Guatemala se vitalice el imaginario equivocado y estereotipado sobre los hombres y mujeres homosexuales.