No olvidemos a las postuladoras


Con justa razón se critica severamente el papel de los diputados al Congreso de la República en la conformación de la Corte Suprema de Justicia y en la ya cantada conformación de las Cortes de Apelaciones que aún está pendiente pero de la que no se pueden esperar sorpresas. Sin embargo, justo es que recordemos que los tachados llegaron al pleno precisamente porque en las Comisiones de Postulación recibieron la bendición de los comisionados que incluyeron en las listas, a sabiendas, a quienes desde antes se mencionaban ya como los ungidos del oficialismo y de los otros bloques que hicieron alianza con la familia Colom.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

La teorí­a de las Comisiones de Postulación era, precisamente, evitar que en el Congreso se pudiera elegir únicamente con el criterio polí­tico que es al final propio del poder legislativo. Se suponí­a que al incluir a la academia nacional, representada por las universidades del paí­s con sus Rectores y Decanos de las Facultades de Derecho, más la presencia de los representantes del Colegio de Abogados, se daba un peso muy especial al foro nacional, al mundo académico, complementado con los designados por los Magistrados en ejercicio cuya experiencia serí­a valiosa si tuviéramos un sistema judicial que funcione.

Los constituyentes daban por sentado que en el Congreso privarí­an los criterios e intereses polí­ticos y por ello se introdujo un elemento que limitara las aspiraciones a aquellos que fueran postulados por las comisiones integradas, teóricamente, por juristas y académicos con intereses distintos. Ya sabemos, desgraciadamente, que en vez de despolitizar la elección, lo que se terminó haciendo es politizar la academia, al punto de que los intereses que ahora privan para elegir decanos y para las elecciones en el colegio profesional, son precisamente los de los poderes paralelos porque saben que allí­ es donde se decide todo.

Recién terminado el proceso de la postulación, uno de los miembros de esas comisiones escribió un editorial afirmando su satisfacción por la «misión cumplida». Y vaya que la cumplieron a cabalidad, puesto que allí­ se cifró el futuro de la Corte Suprema de Justicia y de las Cortes de Apelaciones.

Si uno ingresa al portal de Guatemala Visible, se da cuenta que no hay detalle de cómo votaron los miembros de las comisiones y quiénes son en realidad los padres de la criatura. Ahora por lo menos sabemos cuáles son las bancadas que terminaron de hacer el trabajo, pero queda aún en nebulosa el papel de los miembros de las comisiones a la hora de designar a todos los profesionales cuya elección final ha sido causa de tanto desencanto.

No pretendo restar importancia al acto legislativo porque considero que la componenda en el Congreso fue fatal, obvia y al final de cuentas insolente. Pero sí­ pretendo que no olvidemos que fue en las Comisiones de Postulación donde se fraguó lo que tendremos como poder judicial para los próximos cinco años y que, a mi juicio, es un espaldarazo al régimen de impunidad en el paí­s. Porque muchos de los comisionados, como el que afirmó «misión cumplida», presumen de niños vestidos de primera comunión cuando en el fondo son parte del juego. Y algunos de ellos son reincidentes porque en igual o distinta calidad participaron en el pasado y fueron los que propusieron a los Magistrados que ahora están listos para recibir su jugosa indemnización.