Por lo que pude leer en una nota de prensa de este vespertino el día de ayer, Orlando Blanco aprovechó la celebración del catorce aniversario de la firma de la paz para presentar ciertos resultados de los programas asistencialistas del gobierno de turno.
Programas de asistencia existen de muchos tipos alrededor del mundo, unos funcionan mejor que otros, algunos son de corte más populista y electorero que otros, pero todos comparten una constante que es la de redistribuir o reasignar lo que unos producen a otros que no lo producen. Para algunos estos programas son aceptables y necesarios para romper el círculo de la pobreza, mi percepción es que estos programas no producen nada más que ineficiencia en el sistema productivo, un costo para ponerlo más claro. Está claro que es agradable que a uno le regalen un poco de dinero, sobre todo si no se tiene lo mínimo como para alimentarse de cualquier cosa y sobrevivir, el problema en este caso es que todo lo que redistribuimos es capital desviado del destino que cualquier persona le daría al tomar una decisión no coaccionada. Le pregunto a usted y sea sincero: ¿Si usted tiene en sus manos mil quetzales y tiene solamente dos opciones, sin tomar en cuenta otras variables, qué haría?, ¿Entregarlo a Finanzas o guardarlo en su cuenta bancaria? Yo lo guardaría en mi cuenta bancaria porque los de Finanzas tienen la fama -comprobada- que se lo levantan y lo malgastan. De cualquier manera, si esos mil quetzales los entrego o no, lo que se haga con ellos tiene poco que ver con la producción de los mismos. Los quetzales ya fueron producidos y regalándoselos a alguien no se vuelven a producir a menos que sean ahorrados e invertidos y esto haga que se reproduzcan. Ahora bien, para ahorrar o invertir mi dinero si me considero mucho más capaz que la burocracia porque si no lo consideraría de esa manera entregaría todo lo que produzco al gobierno para que lo utilice mejor que yo. No tendría caso que administrara lo que produzco, si hay gente que lo puede hacer mejor que yo y de gratis. El mejor guardián de su dinero ha sido históricamente el que produce el mismo, al que le cuesta, el que lo suda. No existe ningún caso en la historia de la humanidad en la que los gobernantes sean mejores que los gobernados para administrar el producto del trabajo. Los ejemplos de los Estados que lo han intentado están a la vista, tienen la arrogante idea que ellos saben mejor que uno qué hacer y cómo gastar el dinero, por lo que empiezan a tomar un poco con la excusa -válida- de que el Estado tiene que mantenerse con recursos y terminan por tomar mucho o todo lo que producimos. Muchos luchan por la equidad, pero la equidad no da desarrollo, lo único que se logra con la redistribución es intentar repartir el mismo producto dentro de todos los habitantes. Intentar, digo, porque hasta en los Estados mas socialistas los gobernantes viven siempre mucho mejor que los gobernados, en contra de lo que promulgan viven vida de reyes mientras el pueblo se esfuerza por trabajar y entregar el producto de su esfuerzo al leviatán.
Blanco dice que 20% de la pobreza desaparecerá si los programas continúan por 12 años más. Creo firmemente que se equivoca, estos programas son la respuesta de los políticos a la población que hambrienta e inmersa en un desgraciado clima de inseguridad encuentra un aliciente en una remesa, un almuerzo aparentemente gratis o una miserable bolsa de artículos de consumo. Creo que hay posibilidades mínimas de que nos saquen de pobres y el poco beneficio que los programas pudieran traer se ve empañado por el dudoso manejo de los fondos.
La receta para combatir la pobreza es una y solamente una, el ambiente propicio para invertir, la inversión trae empleo y proviene del ahorro de algún guatemalteco o extranjero que esta dispuesto a arriesgar su dinero para producir y hacer crecer su capital. De estas necesitamos muchísimas porque evidentemente nunca hemos tenido suficientes y lo que debemos hacer como pueblo es exigirle a los gobernantes que se den a la tarea de establecer y mantener ese ambiente.
Los resultados de Mifapro no serán diferentes al de los programas de asistencialismo de otros países, el tiempo pasará y Q300 más o Q300 menos todo seguirá igual o con mejoras muy por debajo de las que pueden lograr los individuos haciendo uso de los recursos producidos con libertad y responsabilidad personal.