No más violencia contra la mujer


Jorge_MARIO_Andrino

Tener que asignar un día específico para pedir que no exista violencia contra la mujer es de por sí muy lamentable, principalmente porque significa un reconocimiento de la sociedad y del Estado a una trágica circunstancia que nos agobia, pero también simboliza la impunidad con la que estos crímenes se enraízan culturalmente.

Cuando se realizan estudios sociales sobre el comportamiento de personas, especialmente separando indicadores de género o edad, uno de los factores más notorios es que la mujer está siempre en números negativos, ya sea a una corta edad (niñas), a una edad más madura, pero aun niñas (adolescencia) o bien en sus etapas adulta o adulta mayor.

Jorge Mario Andrino Grotewold


  Solamente algunos países europeos, cuyo esfuerzo es grande y directo, han logrado frenar esa brecha; pero ni algunos países desarrollados bajan de esa incidencia terrible de la violencia social, especialmente aquella que es en contra de la mujer.  De esa circunstancia se derivan otras más como el abuso a la niñez, los embarazos precoces y violaciones, además de los negativos índices de mortalidad, tanto infantil como materno-infantil.   No es casualidad por ello, que uno de los vínculos a nivel de desarrollo incluido en las metas del milenio establecidas por Naciones Unidas, sea el de violencia y discriminación contra la mujer.

En Guatemala, las campañas diversas para hacer incidencia pública y lograr una reacción a las autoridades y a la población, se centran principalmente en aquellas muertes violentas de féminas, o bien en la ya conocida e igualmente condenable violencia doméstica.  Es difícil admitir, y aunque no puede generalizarse, que restan aun muchos hogares guatemaltecos en los que el machismo toma posesión y en ciertas circunstancias el hombre obliga con mal trato físico o psicológico a la mujer para realizar múltiples tareas, algunas inclusive denigrantes para ella y su círculo familiar.

Pero es indispensable reconocer, desde la óptica del Estado, que las instituciones públicas encargadas de la seguridad, tanto en materia de violencia como de crímenes en contra de las mujeres se han visto impotentes ante este flagelo que se ha posesionado dentro de los esquemas sociales.  Es necesario además, formar la cultura de la denuncia, porque solo así podrá alcanzarse en un esfuerzo con autoridades del sector justicia, aunque justo es reconocer que avances han existido, pero siempre forzados por lo rojo de la noticia que en este tema se ha alcanzado.  

Los elementos culturales y educativos son también importantes de tomar en cuenta, especialmente cuando se destaca la gran necesidad de educar en valores y derechos humanos a la población, en especial a los niños y niñas, dotándoles de criterios de igualdad y dignidad de cada persona.  Esa etapa preventiva difícilmente hará alcanzar resultado pronto, pero será la gran salvación para las futuras generaciones, para lograr tener una sociedad limpia, equitativa, igualitaria y en paz.