No más gobiernos sin compromisos


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Seguramente la población guatemalteca no ha olvidado que la campaña propagandística del actual gobierno hace poco tomó un rumbo distinto, asegurando que las promesas formuladas por la pareja presidencial en la campaña electoral, a partir que asumieron el poder, pasarían a formalizarse como “compromisos” con el pueblo. Para muchos, la estrategia de comunicación empleada se oyó bonita y prometedora; sin embargo, cuando el pueblo ha querido medir sus efectivos logros, seguimos teniendo las manos vacías.

Francisco Cáceres Barrios


Todo lo anterior proviene que tradicionalmente los políticos no expresan sus metas u objetivos con la debida precisión y sin cuantificación alguna. Por ejemplo, el presidente Pérez Molina habrá expresado en su propaganda el formal compromiso de su gobierno para combatir a la delincuencia pero, pasado todo el año 2013, ¿cuáles fueron los resultados? Podrá argumentar, para asegurar haber cumplido su compromiso, que hizo los máximos esfuerzos posibles pero, aprovechándose que por no haber definido con precisión las metas u objetivos, su compromiso salió volando por los aires sin responsabilidad alguna.

Es por ello que de ahora en adelante debiéramos exigir de los políticos un cambio radical en sus planteamientos y en su hablar. En vez de aceptarles compromisos generales, como el de combatir la delincuencia, debieran detallar concretamente las metas u objetivos a cumplir. Por ejemplo, reducir en 20 por ciento los crímenes cometidos en Guatemala durante un año calendario y a su vez el presidente Pérez Molina, debería exigirle a su ministro de Gobernación la reducción porcentual adecuada tanto de los crímenes cometidos con armas de fuego, como de la reducción de los mismos delitos cometidos con arma blanca. Todo lo anterior fácilmente podría medirse con los resultados de las necropsias practicadas por el INACIF y así garantizar la confianza popular. 

Lo ideal sería que este procedimiento se estandarizara para todas las dependencias oficiales. De esa manera podrían definirse al MICIVI metas de construcción de viviendas, kilómetros de carreteras o de reparación de rutas viales y lo mismo para el resto de dependencias públicas del Estado. Estos ajustes o planteamientos no requieren de reformar las leyes vigentes ni otra cosa más, sino simplemente deben hacerse bien los cálculos y una vez claramente definidos llevarlos a la práctica, con la ventaja que paralelamente se podrían elaborar los respectivos presupuestos y así evitar excusas o pretextos por su incumplimiento.
Ahora es cuando nuestro presidente debiera comprender el porqué la población ya perdió la paciencia, que ya no hay cabida para más explicaciones o el alargamiento de plazos para cumplir sus promesas electorales, pues para la  población ya resulta insoportable que gobierno tras gobierno todo siga igual a pesar de tantos incrementos presupuestarios, mientras que la corrupción sigue galopante y que la transparencia de sus operaciones no aparezca por ninguna parte. La propuesta no es de pedir milagros sino tan solo lograr que paso a paso nuestros problemas vayan teniendo solución.