La de nunca acabar. Además de paros, huelgas, bloqueos o manifestaciones de diversos sectores de la población, las instituciones del Estado no funcionan como debiera ser. Los elementos que la conforman no llegan para lograr su mejor funcionamiento o cumplir con sus obligaciones, sino para hacer buenos negocios. Ejemplos de lo anterior abundan, pero creo que entre los más demostrativos están el Congreso de la República, organismo del Estado y el Ministerio de Salud Pública, dependencia del Ejecutivo.
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Ambas funcionan de vez en cuando, a tragos y rempujones y de esa forma no hay país, organización y pueblo que aguante, originando inconformidad, frustración y desencanto popular y es la causa del porqué medio mundo andemos preocupados por encontrarle alguna solución viable, pidiendo y hasta clamando por cambios de conducta que tristemente nunca van a llegar.
Y es que no se le puede pedir peras al olmo. ¿Qué podemos esperar de una ley electoral inicialmente redactada por políticos interesados en que toda la maquinaria democrática funcionara a su favor y luego fuera modificada con la misma estrategia? No hay que crear más falsas esperanzas pues “árbol que nace torcido nunca su rama endereza” y la situación actual no es original de quienes ahora gobiernan, su origen es de mucho tiempo atrás, con la tácita aprobación de una población pasiva e indiferente y con todo un andamiaje jurídico totalmente incoherente para que funcione como un sistema real y efectivo. Todo ese andamiaje hay que cambiarlo, pues sin modificar las estructuras ningún edificio diseñado para ser una casa de habitación puede servir de centro industrial o viceversa.
Con el actual sistema eleccionario de diputados, por ejemplo, no se puede esperar que llegue al Congreso gente preparada con reales y efectivos deseos por tener un país mejor. Tampoco con el nombramiento a la brava e ilegal de un Ministro de Salud se puede esperar eficiencia y honestidad en la compra de los insumos hospitalarios, mucho menos que cumpla estrictamente las normas de calidad y eficaz funcionamiento de la dependencia a su cargo. Por favor conciudadanos quitémonos las vendas de los ojos y veamos por primera vez la realidad del porqué vivimos con gobiernos cada vez más costosos e ineficientes que no han sido capaces ni de hacer bien un presupuesto.
De nada sirve tener la iniciativa de vender “shucos” en una carreta en cualquier parte si no sabemos siquiera cómo se fabrican, el precio de los insumos y hasta entonces calcular los precios de venta, mucho menos aplicar las elementales normas de higiene y salubridad. Pues eso mismo ocurre cuando se les pide a los diputados que cambien de actitud y comportamiento o ponernos a exigirle a un funcionario de mediano o alto nivel el cumplimiento de sus deberes y obligaciones. Tranquilamente analícelo, estamos empeñados en hacer algo imposible pues sin cambiar las actuales estructuras no llegaremos a ninguna parte.