Hoy insistimos en la importancia de ejercer la obligación y el derecho de votar, de forma secreta, por quienes nuestra conciencia e inteligencia nos determine elegir, en todos y cada uno de los cargos públicos que convocó el Tribunal Supremo Electoral para el presente evento de elecciones generales. Como nos decían de niños nuestros propios compañeros, no lloremos si no supimos ejercer con entereza nuestro derecho y nuestra obligación.
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Recordemos la historia: cuando el rey moro Bobadilla fue derrotado por los reyes católicos en la lucha de la reconquista de la Península Ibérica, al abandonar Granada llorando y volver a ver su querida y bella ciudad, su madre le dijo: «Llora, llora como mujer lo que no supiste defender como varón».
El ejercicio de nuestro derecho como ciudadanos responsables determinará, a partir del 14 de enero de 2008, quienes serán nuestros representantes en el Ejecutivo, Legislativo y en las corporaciones municipales. El futuro de nuestros hijos, nietos y de nosotros mismos, más importante aún, de todo el país, se verá marcado por el voto individual y colectivo.
¿Nos sentiremos esperanzados, satisfechos o nos pondremos a llorar como personas débiles que no supimos defender nuestro derecho y cumplir de forma adecuada nuestra obligación de elegir?
Una bola de cristal dónde mirar el futuro no la tiene nadie, Dios en su inmensa capacidad y sabiduría puede predecir y conocer perfectamente el pasado, presente y futuro; los hombres y mujeres concientes e inteligentes, preocupados de sus familias, pueden tener la suficiente imaginación, conocimiento, saber que es lo que no queremos, evaluando especialmente el pasado.
En la Grecia antigua nació la democracia. En la Roma antigua se creó y desarrolló el Estado de Derecho, la República, el Senado, las dictaduras y los emperadores. ¿Qué es lo que deseamos y debemos elegir? Un gobierno democrático con personas que busquen el bien común, el bien colectivo y el respeto al derecho individual o deseamos un nuevo dictador, he ahí la pregunta.
En América Latina, en este momento, no existen dictadores, aunque sí existen gobiernos que se preocupan más de servir a las cúpulas económicas, no a los empresarios en general, sino a una élite que utilizando criterios liberales pretende que se le deje hacer lo que ellos, en su pequeño grupo de diez o quince familias, desean hacer, no una nación sino un feudo plagado de privilegios, con los menores impuestos posibles, donde puedan desarrollarse como señores feudales, pequeños reinos, pequeños imperios, que la mayoría siga siendo siervos, que estén a su merced y a su disposición, que el gobierno sea débil, pequeño y el Presidente de la República sea su principal gerente, que administre sin gobernar, que nombre ministros de tendencias incondicionales, que le respondan a esa cúpula y no a la generalidad de los ciudadanos, mejor aún, que existan ?aunque no estén plasmados dentro de las leyes positivas? personeros que inclusive ilegal e inconstitucionalmente sean quienes supervisen y manejen a los ministros en nombre de la cúpula económica.