De algo sí estoy seguro: es que tanto la Iglesia, como el Magisterio y la Familia, podrían ejercer una función (buena o mala) para la educación sexual. He leído argumentos en contra de que estas instituciones no deberían ejercer esta enseñanza, ya que ha habido casos de abusos sexuales tanto de maestros, sacerdotes y padres de familia. Claro, se dan casos.
mcordero@lahora.com.gt
LASTIMOSAMENTE, HACE MíS RUIDO UN íRBOL QUE CAE QUE UN BOSQUE QUE CRECE.
Yo no creo que la educación sexual deba ser una papa caliente para lanzar hacia otro lado por no querer asumir la responsabilidad, pero que, al mismo tiempo, no nos gusta que el otro tenga esa potestad.
La Iglesia, sobre todo la Católica, se ha pronunciado a favor de la educación sexual, pero no de los métodos anticonceptivos. Guatemala, para quien no lo sepa, es un paraíso para la experimentación en métodos anticonceptivos. Si no, que lo digan las mujeres que han sido hospitalizadas de emergencia por reacciones adversas.
Yo no estoy en contra de la planificación sexual; al contrario, a como van las cosas, no se puede vivir sin planificar. Sin embargo, me da tristeza que haya parejas que optan por no tener hijos… pero ésa es una opción respetable, si se quiere.
PERO ME DA MíS TRISTEZA VER A PAREJAS QUE, A PESAR DE QUE INTENTAN, NO PUEDEN TENER HIJOS.
Sé, por ejemplo, de una pareja muy creyente y simpatizante del Opus Dei, que la única forma de haber podido tener hijos propios era por inseminación in vitro, pero este método está estigmatizado por el sector más conservador de la Iglesia Católica, por lo que optaron por adoptar, tragándose muchas lágrimas y buena parte de su orgullo.
A PESAR DE ELLO, ME PARECE QUE SON FELICES.
¿Y no es la felicidad el medio y el fin del Estado, la familia y la religión? Si se pregunta así tan de frente, creo que todos dirían que sí. El problema es que nos enfrascamos en discusiones sobre cómo alcanzarlo o sobre qué es lo inmoral, y ponemos fuera de foco al ser humano, objeto de todas las instituciones.
La sexualidad -dejémonos de rodeos- es aún un tabú entre nosotros, y nuestras prácticas aún son a puerta cerrada, a luz apagada y boca cerrada, porque las instituciones nos han hecho creer en la «suciedad» de estos actos. Buena parte de nuestros problemas personales se deben a conflictos internos en torno a nuestra insatisfacción sexual, parafraseando a Freud, que, aunque ampliamente refutado, no deja de tener razón.
Una educación sexual científica y que, sobre todo, no vaya buscando favorecer otro tipo de intereses (ya sea políticos, empresariales farmacéuticos o religiosos) es primordial en nuestro país que proyecta su insatisfacción sexual en los conflictos de poder.
Sólo de esa forma, las relaciones sexuales serán vistas como la caricia plena del amor erótico, el cual conduce, tarde o temprano, al ágape, es decir, a una buena convivencia. Sólo visto de esa forma, y con la formación necesaria, hombres y mujeres (sin poner límites en preferencias sexuales) podrán decidir cuándo y en dónde disfrutar (o no) de su sexualidad, y no a la fuerza, a escondidas o avergonzados por no sé qué impedimentos morales, políticos o académicos.
Y SI LA PAREJA QUIERE, NACERí UN BEBí‰ DE ESA RELACIí“N, PARA QUE ESE FRUTO DEL PLACER SEXUAL VENGA A ESTE MUNDO CON MAYOR LIBERTAD Y MAYOR EDUCACIí“N. (http://diarioparanoico.blogspot.com)