El miércoles de esta semana que recién finaliza, se conmemoró el Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer. Guatemala sirvió como escenario para el lanzamiento de una campaña mundial que concientice sobre este delito.
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Guatemala, cuyo sistema judicial está en crisis ya que posee un alto porcentaje de casos que no llegan a sentencia (más del 90 por ciento), ofrece la suficiente impunidad, lo cual favorece para la práctica de la violencia contra la mujer, que va desde los feminicidios hasta otro tipo de violencia física, sexual y psicológica contra las féminas.
Carmen Díez Orejas, embajadora de España acreditada en Guatemala, explica la situación de la violencia contra la mujer en nuestro país, así como los avances y necesidades que se tiene para combatir estos delitos, así como las campañas de prevención que se están implementando.
– En primer lugar, ¿cuál es su visión sobre el maltrato y la violencia contra la mujer, entendiendo que usted lo mira desde fuera de esta cultura?
– Yo lo que creo es que la violencia contra la mujer es un problema de todos los países, de todas las sociedades y de todos los tiempos; hay países que tienen estadísticas mayores en feminicidios y otros que las tienen menores, pero la violencia contra la mujer, lamentablemente, en el 2009, se sigue dando en todos los países. Yo creo que el origen de esta violencia contra la mujer que ejercen, en muchos casos, sus convivientes y esposos, se basa en una relación de dominio, del hombre hacia la mujer; es una relación desigual, jerárquica, y es ese concepto de relación desigual que hay que cambiar, ya que en el momento en que el hombre considere que la mujer es un ser libre e independiente, esta relación de dominio desaparecerá. También es importante que las mujeres se consideren seres independientes e iguales a los hombres, que tampoco toleren ese tipo de comportamientos.
– Uno de los lemas de esta campaña es «Ningún hombre será más que yo», que suena un poco fuerte, pero es necesario romper el molde.
– Claro que sí; esa campaña se basa en el testimonio que hace esa afirmación; mujeres jóvenes que dicen: «Ninguno de los hombres que habrá en mi vida será más que yo», y los hombres jóvenes que dicen: «Ninguna de las mujeres que habrá en mi vida será más que yo», lo que se trata es transmitir ese concepto de igualdad entre hombres y mujeres, porque cuando hablamos de violencia contra la mujer es, al fin del a cabo, una manifestación de esa relación desigual, es la manifestación más violenta, la más dura, la más severa, pero esa desigualdad puede ser manifiesta en muchos aspectos de la vida.
Por ejemplo, si hablamos de acceso a la educación, las mujeres tienen menos acceso que los niños y jóvenes. O cuando hablamos de derechos económicos, las mujeres tienen más difícil su acceso laboral, y en ocasiones, una vez que están laborando, tienen una remuneración más baja que los hombres. Y cuando hablamos del ejercicio de derechos civiles y políticos, todavía la representación de mujeres en el proceso de toma de decisiones es muy inferior a la participación de los hombres. O sea, la violencia es una manifestación más de esa desigualdad que hay que romper.
– La violencia contra la mujer se da en todos los países, pero así como en Guatemala o México las cifras son muy altas, que supongo que son altísimas
– Sí, son cifras muy altas, pero tiene que ver mucho el contexto de violencia e impunidad que hay en Guatemala. Si decimos que para todo tipo de delitos hay una impunidad del 98 por ciento, esa misma tasa es la que se reproduce en la violencia contra la mujer. Esto debe tener una lucha contra la violencia hacia las mujeres y debe tener un enfoque integral, en la que participe la sociedad civil como tal y los distintos poderes del Estado, desde el Ejecutivo con campañas de concienciación, a través de la educación y el apoyo a las víctimas de la violencia.
Pero también el Legislativo tiene que tener un papel muy importante, para aprobar iniciativas que permitan combatir este flagelo. En Guatemala, hemos visto como un avance importantísimo la aprobación de la Ley contra el Feminicidio y la Ley contra la Trata de Personas y Abuso Sexual, pero además, el Legislativo tiene una responsabilidad muy importante para garantizar la votación presupuestaria para las instituciones encargadas de velar por la lucha contra la violencia hacia la mujer.
Y como tercer poder del Estado, el papel de la justicia es muy importante para garantizar la sanción contra los agresores. Cuando hablamos del sistema de justicia, hablamos de la investigación, del Ministerio Público, para que ponga oficinas de atención a la víctima, para que la mujer se sienta amparada, ya que hay que evitar la revictimización. Y luego, el Organismo Judicial, para sensibilizar a los jueces sobre la enorme gravedad sobre este delito, porque es muy importante de que haya esa enorme conciencia social que la violencia contra las mujeres es un delito, aparte de que es un acto deplorable y condenable desde cualquier punto de vista.
El agresor que ha cometido ese delito debe ser sancionado, y la sanción debe ser tanto penal como moral, ya que la sociedad, junto a los poderes del Estado, juega un papel fundamental para erradicar la violencia contra las mujeres.
– ¿Qué otras medidas puntuales debe tener el Estado para favorecer esta lucha?
– Yo creo que hay que ser positivos y hay que ver los avances que se han constatado en los últimos años, y uno de los avances importantes es la creciente implicación del Ejecutivo en políticas públicas que fomenten la igualdad entre hombres y mujeres, para romper este modelo atávico de dependencia de la mujer hacia el hombre, o la mayor implicación de los hombres en las tareas domésticas, porque hay que romper estos modelos, ya que la perpetuación de éstos lo que fomenta es la relación de dominio.
También el Ejecutivo ha puesto en marcha medidas de protección y de apoyo a las víctimas para la atención y creación de albergues. También se han aprobado dos leyes importantes, pero creo que el Legislativo tiene dos reformas que aprobar en el Código de Familia y en el Código de Trabajo, y me refiero concretamente del trabajo doméstico que debería equipararse con otros tipos de trabajo, y que tuviera unas condiciones similares, ya que son las mujeres y las niñas las que en su mayoría hacen este tipo de trabajo.
Y el sistema de Justicia, fortaleciendo esas oficinas de atención a las víctimas. Sería importante descentralizar este modelo, no sólo en las grandes ciudades sino también hacia el interior del país.
Pero la prueba de que ha habido avances es que se han incrementado las denuncias. Las mujeres por primera vez se están atreviendo a denunciar. No hay que silenciar este tipo de delitos; todo lo contrario, son muy importantes las campañas de sensibilización y visibilización. En España lamentablemente también tenemos casos de feminicidios y de violencia contra las mujeres, pero existe una enorme conciencia social de no silenciar este tipo de agresiones, y cada vez que se asesina a una mujer, aparecen en los telediarios de por la mañana, la tarde y la noche, y aparte de la sanción penal, existe una sanción del conjunto de la sociedad hacia estas actuaciones.
Es decir, vamos por el bueno camino, pero todavía queda un largo recorrido, porque el objetivo debe ser transformar la sociedad y transformar las mentalidades.
– En el caso de la investigación del Ministerio Público, le ha costado mucho tipificar el feminicidio para demostrar que no fue un asesinato de mujer. Pero esta tipificación parece que no se tiene clara.
– A mí me parece que todo esto es un proceso; el primer paso es la aprobación de la ley. Ahora harán falta más sentencias condenatorias para que se vaya sentando una jurisprudencia que permita a los jueces la aplicación en el futuro de esa ley. Como todo delito nuevo, requiere de su aplicación en la práctica para irse asentando.
– Hablemos un poco de la campaña «Maltrato cero». Me llama la atención sobre lo que menciona que hay que crear la igualdad desde la casa.
– La campaña tiene dos objetivos fundamentales. Por un lado, prevención de este tipo de delitos, y de sensibilizar sobre todo a los jóvenes de tolerancia cero para este tipo de delitos. Va dirigida sobre todo a los jóvenes porque en América Latina la mayoría de la población. Además, son los jóvenes quienes pueden transformar la sociedad.
La expectativa fundamental de esta campaña es subrayar la igualdad entre hombres y mujeres, entre niños y niñas, en la escuela, en el ejercicio de personas individuales, para que más adelante puedan ejercer esos derechos fundamentales civiles y políticos.