Es increíble el sentimiento de frustración y desencanto que provocó la pareja Pérez Molina-Baldetti al frente del actual gobierno, lo que si bien es cierto lo hemos podido comprobar durante dos años a diario en círculos familiares y con nuestras amistades, aumenta considerablemente al ampliarlo ya fuera con miembros de las entidades con quienes trabajamos o de otros lugares, especialmente durante esta época del año en que los famosos convivios se prestan para la ocasión. No hay quien no lamente la inseguridad en que vivimos, la pésima calidad de los servicios públicos o el deterioro ético y moral de nuestra sociedad y en tantas cosas más.
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Alguien de mayor edad me hizo un comentario que me dejó pensando más de lo normal sobre el tema: –Todo lo que ha ocurrido durante este gobierno, en los años en que era mozuelo, hubiesen sido suficientes para causar una gran revolución. Y es que la gente tiene toda la razón cuando piensa que el término gobernar se cambió por el de negociar. Aquí, en la “Flor de Pascua en la cintura de América”, designación que le diera a nuestra linda tierra el insigne Miguel Ángel Asturias, todo se negocia, no solo comprando armas, con la salud del pueblo o dando concesiones portuarias, hasta con la eficiencia y calidad educativa que puedan brindar los miembros del magisterio.
Nuestros políticos han venido manipulando tanto a nuestra sociedad que ahora nos importa un bledo que violen a la vecina de al lado de nuestra casa, mientras no vayan a tocar a los patojos, no me vayan a rayar el carro o me impidan estacionarlo en donde mejor me pegue la gana. Ahora, si voy retrasado a una importante cita me importa poquísimo que digan que soy incumplido o falto de consideración, mucho más, cuando por poco atropello a la viejecita que se le ocurrió cruzar por el paso de cebra cuando me iba a pasar el semáforo en rojo. ¡Y qué! Esta es la expresión que mantenemos en la punta de la lengua ante la más grande transgresión a la ley.
Pero ahora me toca abordar lo más serio de esta situación crítica en que estamos viviendo, que todo esto no va a cambiar de la noche a la mañana. No, no debemos creer en que de la nada saldrá Superman para venir a gobernarnos, ni Batman, mucho menos el Hombre Araña. Todo lo que estamos viviendo ahora se ha venido construyendo a través de mucho tiempo. Es toda una cultura del dejar hacer y el dejar pasar. Debiéramos empezar entonces por educar a nuestros hijos a que no hagan esto y sí respeten lo otro. El quid del asunto está en recuperar tanto la cultura, como los valores y principios. Pero eso solo se puede lograr a largo plazo. ¿Por qué no empezar a renovar nuestros propósitos en esta Navidad?