Ayer las autoridades comunicaron oficialmente el resultado de su viaje a Venezuela y al final de cuentas el sueño de un acuerdo con Petrocaribe se desdibuja porque Venezuela no vende petróleo a precio más bajo que el de mercado por una disposición de la Organización de Países Exportadores de Petróleo de la que es miembro. De esa cuenta el ministro Meany y el ministro Rodas, de Energía y de Relaciones Exteriores respectivamente, supieron lo que sabíamos todos, es decir, que la oferta venezolana se limita a la venta de crudo con pagos a plazos y a préstamos que de una u otra manera tendrán que pagar los consumidores.
Al final de cuentas la conclusión es que en el mundo actual no hay petróleo barato y que tenemos que aprender a vivir con la crisis de la carestía de ese producto, tratando de actuar internamente con el mejor criterio para minimizar el impacto de los altos precios que generan las alzas constantes en el transporte no sólo de personas, sino también de las mercancías y en el caso de Guatemala en la generación de electricidad.
Los expertos han dicho que la crisis vino para quedarse por mucho tiempo y que no hay que hacerse ilusiones de que en el corto o mediano plazo se van a estabilizar los precios. Las estimaciones de los expertos apuntan a constantes alzas de precio en el mercado internacional y los voceros de la OPEP culpan a los especuladores y a las multinacionales del petróleo de causar el incremento que les deja enormes ganancias tanto a los productores como a los comercializadores de los combustibles.
Funcionarios del Banco Mundial dicen que la expectativa es que los precios altos no cedan por lo menos antes del año 2015, es decir dentro de siete años más y eso es mucho para países con niveles de pobreza como el nuestro y con condiciones sociales de tanta fragilidad. Especialmente tenemos que ponerle atención al hecho de que en esta crisis aumentará el número de pobres porque la clase media perderá poder adquisitivo y capacidad para mantener su nivel de vida.
El presidente Colom llegó al poder en el peor momento de la historia y sin duda tendrá que hacer malabarismos para reducir el impacto de la crisis en la población y garantizar la gobernabilidad del país que se puede ver comprometida por las implicaciones sociales del alza de precios. Deberá usar todo el ingenio para encontrar soluciones de corto plazo, pero más importante es entender que urge visión de futuro, sobre todo porque la crisis no es pasajera sino que vino para quedarse con nosotros, según la experta opinión de los economistas a nivel mundial.