Los números no mienten. Los resultados de las encuestas electorales se hacen a base de números y estos arrojan que los mal llamados «indecisos» siguen predominando en la actual contienda, es decir, el rubro que aglutina a quienes cada vez más nos asqueamos de los politiqueros, a los frustrados por tantas promesas electorales incumplidas y a quienes seguimos esperando que nos digan cómo es que van a poder cumplir sus planes de trabajo y no solo contentarse con enunciarlos. ¿Es que ofrecer el combate a la violencia no lo hace cualquiera?
Tome la encuesta que usted quiera y aprecie estimado lector que a pesar, del gran esfuerzo que se hace para ocultar la realidad por parte de quienes interpretan los resultados, que los grandes ganadores de este proceso electoral siguen siendo los apáticos; los que no tienen por quién votar, también llamados indecisos; los que prefieren no responder; los que de ir a votar, van a anular su voto y los que ni se van a tomar esa molestia. Respondiendo a un candidato que pregunta ¿quién ganaría si las elecciones fueran hoy?, yo le contesto sin temor a equivocarme ¡esos que ustedes llaman «indecisos»! Pero no se deje llevar por mi opinión, hagan números y podrán comprobar que el que dice encabezar las encuestas no llega a alcanzar el porcentaje que sigue teniendo la gran mayoría de apáticos, indiferentes o quienes no tienen un pelo de tontos y que teniendo la paciencia hasta el copete no quieren ni oír hablar de tanto politiquero que prolifera por todas partes. La decepción por la falta de buenos resultados sigue cundiendo, aunque a los mítines concurran los mismos que poco les importa de qué color sea la banderita, con tal de llevársela a su casa para que jueguen los patojos o a ver qué pescan, a lo mejor un buen catarro ante la inminente caída del chaparrón de la época lluviosa. Mientras tanto, ¿hasta cuándo se van a percatar nuestros políticos que los insultos, codazos y patadas a las espinillas lo único que hacen es confirmar el pobre criterio que se tiene de ellos?
Acabo de escuchar a un candidato decir que eso de que se hayan interrumpido los asesinatos de los choferes, es señal de que alguien interesadamente los estaba propiciando y yo le pregunto: ¿no ha querido o podido ver que los criminales con tal de alcanzar sus fines cambian de estrategia cuando menos uno se lo espera?; ¿es que nadie le ha contado que la extorsión a los tenderos, a la economía informal callejera y hasta la de los más antiguos inquilinos de los mercados se ha vuelto insoportable? De una cosa debiera estar segura nuestra casta política, la confianza se logra sólo con la verdad, la moral, los valores y principios asidos de la mano. No es con mentiras, falsas apariencias, estudiados gestos, mucho menos con payasadas como van a poder recuperarla.