¡No hay duda!


Los estudios, de cualquier í­ndole, tienen uno o varios propósitos especí­ficos, uno de ellos es llegar a resultados para informar y aportar datos a las personas que tienen que tomar decisiones. En muchos casos, los estudios han sido diseñados para obtener datos acerca de una población en especial, su situación geográfica y las condiciones de vida de sus habitantes. En el caso del Tercer Censo de Talla en escolares de establecimientos públicos a nivel nacional, hecho por el doctor Juan Aguilar, titular de la Secretarí­a de Seguridad Alimentaria y Nutricional (SESAN), nos dice lo que hemos sabido por años; que la mitad de los niños de edad escolar de 6 a 9.6 años, padecen desnutrición crónica. El estudio identifica los lugares geográficos donde la desnutrición crónica es mayor entre la población infantil. El «ganador» este año es el departamento de Huehuetenango y 5 de sus municipios, están entre los primeros 6 de la lista del paí­s, con un promedio de 82.6% de desnutrición crónica. El municipio de San Juan Atitán, Huehuetenango, tiene 91.4% de desnutrición crónica.

Raymond J. Wennier

En otro cuadro que compara datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de Guatemala, las NIí‘AS guatemaltecas, entre los 6 y los 9.6 años de edad, las nuestras tienen un déficit promedio de crecimiento, de 10.35 cm. Siendo la edad más deficitaria los 9.6 años, que dan una diferencia de 14.5 cm. de crecimiento. A los 6 años se inicia con una diferencia de 5.6 cm. y en cada etapa de años, hay un aumento en este déficit. Eso quiere decir que si hay un cuadro de desnutrición, previa a los 6 años, habrá un cuadro similar posterior. Los NIí‘OS en el mismo cuadro muestran una estadí­stica básica semejante. La comparación entre lo indicado por la OMS y lo indicado por Guatemala, muestra un déficit de crecimiento de 10.09 cm. aumentando éste, al llegar a los 9.6 años, al 12.9%. Sucede lo mismo que con las niñas, aumenta la falta de crecimiento, iniciado antes de los 6 años de edad. En elPeriódico del 13-2-09, el señor Andrés Botrán, acertadamente hace notar que el problema de la desnutrición crónica en nuestros niños en edad escolar, no es estacionario sino dinámico debido al crecimiento de la población; dice él «Si en 7 años hemos bajado sólo un 5%, y la población crece 2.5% anual, quiere decir que disminuimos menos del 1% y que la población de niños desnutridos es mucho más alta». El efecto de esta situación resulta mucho más grave de lo que se piensa. Los niños con déficit de crecimiento fí­sico, demostrado en su talla, probablemente tienen un déficit en el peso y en la estimulación multisensorial, resultando en menos conexiones neuronales en el cerebro, lo que eventualmente afecta su rendimiento en la escuela y es posible causa de la deserción y que sólo el 39% de alumnos que entra a primer grado, termine el sexto grado de primaria. No digamos la cantidad de niños que repite uno o más grados. Muchos niños con esta severa y crónica desnutrición, nunca llegan a superar esta condición.

Se ha publicado con anterioridad, que el 49.3% de los niños entre los cero y los cinco años de edad, padecen desnutrición. ¿Cómo podemos esperar entonces mejores resultados en las escuelas públicas, si los niños llegan con un retardo marcado en las áreas fí­sicas y mentales que son necesarias para su buen rendimiento escolar? ¿Qué hacemos con 209 mil 605 niños entre los 7 y los 9 años de edad que tienen un retardo en talla, debido a la mala alimentación, para que puedan aprender igual que los niños que han sido bien alimentados desde temprana edad? Para bajar en un 16.5% el í­ndice de desnutrición crónica en Guatemala necesitamos 60 años.

En conclusión, hay que trabajar con los niños de cero a cinco años de edad y asegurarles una alimentación balanceada. El MINEDUC tiene la palabra. A ellos les asigna la CONSTITUCIí“N esta tarea.

¡Ni para usted ni para mí­ hay duda de que urge atender a estos niños!

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