Da grima ver que los trabajos del relleno del Barrio San Antonio no han sido terminados, a pesar de tantas promesas que se hicieron antes y después que asumiera el poder el actual gobierno, de esa cuenta del 14 de enero a la fecha, la población se ha ido percatando que nuestras advertencias previas a las elecciones eran ciertas, como que los candidatos a ocupar cargos públicos no llenaban las expectativas para resolver nuestros problemas. Fue por ello que insistimos tanto en que nos presentaran planes de trabajo debidamente sustentados y que, aunque bien sabemos que el ejercicio del voto es emocional, urgía una elección racional y no bajo la base de siempre, el «menos peor» de los candidatos.
El tiempo, más los tropiezos, las improvisaciones, medidas coyunturales y una organización y administración muy poco creativa, mucho menos brillante, nos ha ido dando la razón. Un ejemplo que tipifica lo anterior es la ocurrencia, llamándola así porque no puedo calificar de otra manera la burda idea de «unificar» el sector salud en Guatemala. En primer lugar, el IGSS no puede, ni debe ser tratado como trapo sucio del Estado que se mueve, quita o se pone en donde más convenga a los caprichos de los gobernantes de turno. A pesar de tantos problemas que el IGSS ha tenido y sigue teniendo, es una conquista de la Revolución de Octubre en la que el Estado, los patronos y los trabajadores hicieron causa común para garantizarle a la fuerza productiva del país la seguridad social tantas veces ambicionada.
Si bien es cierto que el IGSS, de ser una institución bendita para quienes luchan a brazo partido para ganarse el sustento diario, pasó a ser una entidad que cada vez está más en deuda con ellos, a pesar que truene, llueve o relampaguee paga sus contribuciones con un fin determinado, no deja de ser una salvación, un gran paliativo, para cuando se sufren accidentes, enfermedades, las mujeres esperan un hijo o llegan al final de sus días productivos. ¿De qué cuenta entonces el Estado, el que no honra siquiera sus compromisos adquiridos pagando puntualmente sus cuotas que por ley le corresponden, ahora, porque a alguien se le ocurrió se va a aprovechar de ella?
Hasta el momento no nos ha quedado otra opción que aguantarnos ante la incapacidad de los actuales gobernantes que han estado dando palos de ciego por doquier, aunque la propaganda diga otra cosa, pero es el colmo meter sus manos en el IGSS, importándole un pepino su autonomía, todo en el afán de experimentar si así podrían resolver un problema causado porque nuestros políticos no han sido capaces de trabajar en provecho de la población a través de una planificación, racionalización de los gastos, eliminación de corrupción y una administración ajena a las politiquerías partidistas. Como ven, no han tapado un hoyo y ya están abriendo otro.