No es una crisis, es el sistema


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En casi todos los paí­ses del mundo, con algunas excepciones, en unos más y en otros menos, se celebran con animación, derroche de alegrí­a y consumismo excesivo las fiestas de pascua. Es una época propicia para repartir abrazos, sonrisas, parabienes y expresar los mejores deseos, lo que queremos para nuestra familia, los amigos o simplemente para las personas con quienes por primera vez intercambiamos un saludo, una mirada. Es también una época en la que se pregona la paz, el amor, la armoní­a, la reconciliación y las buenas intenciones. Un tiempo para meditar sobre lo que hemos logrado y hacer proyectos para intentar concretarlos, a veces muchos de nuestros sueños, se quedan en la gaveta del olvido.

Factor Méndez Doninelli

 


Los comerciantes en su afán de lucro, dicen que la Navidad es época para regalar y así­, lo poco que se tiene se gasta sin medida, aunque después vengan dí­as difí­ciles. Por su parte, los que mucho tienen viven en la opulencia y en el derroche constante de dinero, también les dan la espalda a los pobres, a los que nada tienen o tienen poco. Pero los pobres, en esta época de fiesta, –como dice el poeta– “sólo llevan tristezas en el alma”.

2011 cierra su ciclo en medio de una crisis global económica, polí­tica y social. Los masivos movimientos de INDIGNAD@S han hecho oí­r su voz en las grandes urbes de Europa, Estados Unidos de América y América Latina, para decir BASTA YA de tanta injusticia, desigualdad y pobreza en el planeta. BASTA YA de polí­ticas neoliberales, BASTA YA de capitalismo salvaje e inhumano. Las plazas públicas de las principales ciudades capitalistas, han sido tomadas por los INDIGNAD@S  para mostrarle al resto de la humanidad que el estado de cosas debe cambiar.

No es solo el descontento e inconformidad social por la pobreza, los bajos salarios, la falta de trabajo estable y digno. Es también la incesante preocupación que se despierta debido a las guerras promovidas por los paí­ses capitalistas hegemónicos, que en su afán por apropiarse del petróleo y los recursos naturales que pertenecen a otros paí­ses; haciendo uso de la fuerza militar, invaden tierras ajenas y desalojan con violencia a los gobernantes, que no son proclives a sus intereses geoestratégicos y a la expansión capitalista.

En este año, fuimos testigos también de la llamada “primavera árabe”, revoluciones sociales, la mayor parte pací­ficas, que provocaron la caí­da de dictadores leales a los dictados de Washington. Espero que esas revoluciones sean para mejorar las condiciones de su población y elevar el nivel de vida de las grandes mayorí­as sociales que históricamente han sido olvidadas, marginadas y excluidas. Las revoluciones son para bien, para cambiar el statu quo, para avanzar, no para retroceder.

Lo que vivimos no es una crisis, es el sistema capitalista el que crea injusticia, hambre, desigualdad, exclusión y falta de oportunidades.

“Algo es cierto de todo. Jamás pasarán por el ojo de la aguja los camellos, pero los ricos han comprado ya, sin negarlo, el reino de sus cielos. En verdad, pienso, si hubiera cristianos en mi pequeño paí­s donde suceden cosas tan horrendas, creerí­an en la muerte cierta de su dios, sin duda alguna. ¡Falsos cristianos, la tumba de cualquier dios está en vosotros!” (Fragmento tomado de  “La tumba de Dios”, del poeta Otto René Castillo).

De todas formas, aunque el escenario global es adverso a la paz, deseo para  todos ustedes que estas fiestas de pascua sean abundantes en felicidad y tranquilidad.